Aquí deberíamos seguir la misma regla que aplicamos con las extensiones de los navegadores. Sólo tienen sentido si las utilizamos habitualmente, de manera que de nada nos sirve tener muchas extensiones añadidas al navegador que rara vez utilizamos, lo que al final sólo nos molestará en lugar de ahorrarnos trabajo.
Claro que no es lo mismo el móvil de un autónomo, donde la línea entre lo personal y lo laboral es bastante difusa que la de un teléfono que nos proporciona la empresa para que hagamos uso del mismo. Si en el primer caso se aplicará cierta flexibilidad a la instalación de aplicaciones de ocio, en el segundo tendríamos que ser más estrictos y tener sólo aplicaciones corporativas.
Porque al fin y al cabo el teléfono no es más que una herramienta de trabajo y como tal tenemos que tratarla. No podemos hacer un uso del terminal como si fuera privado, llenarlo de aplicaciones que ocupen memoria y recursos que no nos aportan ninguna utilidad, sobre todo cuando además dejamos de utilizarlas después del primer día.
En Tecnología Pyme | Aplicaciones para iOS o Android, ¿necesitamos una para nuestro negocio?