Cuando pensamos en actualizar nuestros sistemas y mejorar el rendimiento de nuestro puesto de trabajo normalmente nos centramos en cambiar nuestra CPU manteniendo nuestro antiguo monitor y teclado. Confiamos en que un procesador más rápido y un nuevo sistema operativo que acaba de salir nos va a permitir trabajar mejor. Esto es así en muchas ocasiones, especialmente si nuestro equipo ya está bastante obsoleto (antigüedad superior a 4 años), pero no siempre. Existe un procedimiento mucho mejor para mejorar la productividad en el puesto de trabajo: comprar un segundo monitor.
Es normal que en las oficinas se trabaje con muchos papeles. Lo habitual cuando se está trabajando un tema concreto, ya sea en una hoja de cálculo, documento de textos o presentación, es que tengamos que utilizar numerosa información de consulta. Para ello con un monitor tenemos dos alternativas:
- Andar cambiando de una ventana a otra, lo cual supone una importante pérdida de tiempo y de concentración
- Imprimir la información de soporte para consultarla en papel, lo que supone un excesivo consumo de papel que luego no se vuelve a utilizar
Una tercera alternativa es tener un segundo monitor conectado al ordenador y configurarlo como escritorio extendido. Si tenemos esta disposición la utilización de la información adicional es muy sencilla ya que se puede tener el documento de consulta en el monitor secundario, como por ejemplo un artículo de consulta en PDF, y trabajar en el principal consultando la información con un simple desvío de la mirada.
Esto que antiguamente podría considerarse un derroche por el coste de los monitores, en la actualidad está al alcance de cualquiera. Recientemente he adquirido en distintos hipermercados monitores de 20” con una resolución de 1680×1050 por precios bastante inferiores a los 200 euros; ideales para convertirlos en monitor principal y dejar el antiguo de accesorio. Incluso es posible encontrar monitores de 16” por 100 euros con IVA incluido. Éstos últimos pueden ser un excelente monitor auxiliar para un puesto de trabajo con espacio limitado.
Con la llegada de Windows XP hace ya más de cinco años, la configuración de un equipo con más de un monitor se hizo muy sencilla. Lo único necesario es disponer de dos salidas de vídeo y conectar los dos monitores a sendas salidas. Luego entrando en las propiedades de la pantalla, en la pestaña configuración se pincha sobre el monitor 2 y se resalta extender el escritorio a este monitor. Es muy importante establecer bien la resolución de cada monitor, que debe ser la llamada resolución nativa (hablaré de ello en otra ocasión).
La cuestión que queda pendiente es ¿cómo consigo dos salidas de vídeo para conectar dos monitores? Esto se puede conseguir con distintas fórmulas:
- Portátiles: es muy sencillo, ya que el propio portátil incorpora una pantalla y tiene salida de vídeo para el monitor externo, con lo que se puede conectar un segundo monitor a la salida VGA (salida de vídeo estándar con 15 pines y conector normalmente azul). Yo recomendaría usar el monitor externo como principal y el del portátil como accesorio (ver foto al inicio de la entrada). Para ello es importante disponer de un teclado y ratón adicionales para situarlos enfrentados con el monitor externo por ergonomía. Si optáis por esta configuración es posible, si desconectáis el portátil sin apagarlo para usarlo sin monitor externo, que la imagen del desconectado monitor no vuelva a la pantalla del portátil. En este caso bastaría con reiniciar el equipo para recuperar la configuración normal.
- Equipos fijos con salida VGA en placa: es habitual que estos equipos dispongan de una tarjeta VGA adicional para dotarlo de más velocidad. En estos casos veremos que la parte trasera del ordenador tiene dos salidas de vídeo VGA y podremos conectar directamente el segundo monitor. Normalmente el sistema operativo lo reconoce directamente.
- Equipos fijos con tarjeta VGA con dos salidas: la situación es muy similar al punto anterior. Suele darse con una combinación de salida VGA y DVI (conector de vídeo más moderno que el VGA que es más ancho y suele ser de color blanco). En la mayoría de las ocasiones estas tarjetas gráficas admiten dos monitores, y lo más difícil puede llegar a ser comprar un conversor DVI a VGA si no disponemos de monitor con entrada DVI.
- Equipos con una única salida VGA: en este caso, es necesario añadir una segunda tarjeta gráfica. Hasta ahora lo normal era comprar una interna, ya sea AGP o PCI-Express (estándares de conexión de tarjetas de expansión al ordenador). Esto ya requiere abrir el ordenador y usar el destornillador. No es una tarea complicada, pero si no se analiza con cuidado podemos encontrarnos con que hemos comprado una tarjeta que no podemos “enchufarla” en ningún hueco de expansión. Por ello es aconsejable hablar con un experto. Para estos equipos, otra alternativa que existe en la actualidad es usar una tarjeta VGA externa con conexión USB 2.0. No existen muchas en el mercado, pero yo he probado una que compré en Virtuavia y me ha funcionado muy bien. Soporta resoluciones elevadas de 1440×900, aunque no es indicada para trabajos que requieran de una elevada potencia gráfica (vídeos, juegos …)
Como último punto quería comentar la experiencia que hemos tenido en nuestra empresa, donde hemos puesto un segundo monitor a personas tanto del departamento de análisis financiero como de administración. En ambos casos están encantados, y me comentan que ha sido el cambio tecnológico que más impacto ha tenido en productividad en muchos años. “Ahora no se cómo hemos podido vivir sin ello”.