Si hacemos una similitud con los libros, las imágenes para la web serían como una edición de tapa dura y las imágenes para redes sociales serían el libro de bolsillo. Su consumo es mucho más rápido, se busca una imagen que sea para un consumo rápido, que durará lo que tarde en llegar la siguiente actualización.
Aquí hay dos tipos de estrategias, por un lado, hacer imágenes con una gran calidad para tratarlas tanto para web, publicidad online o tradicional y que también podemos compartir por la redes sociales. Depende mucho de la habilidad como fotógrafos y con el retoque, puesto que siempre hay que adaptarlas para el formato de Internet, pero puede ser un trabajo que lleva su tiempo.
Sin embargo una foto que hacemos con el móvil, la subimos a Instagram y la compartimos por Facebook no nos lleva más que unos segundos. Aquí lo que cada uno debe valorar, puesto que sólo nosotros conocemos a nuestro tipo de clientes, cómo vamos a sacarle mejor partido, si con una imagen rápida y compartida en Facebook o con una composición cuidada, que muestre nuestros productos o la perfección del trabajo que realizamos.
La cuestión es que no tenemos que quedarnos con una u otra estrategia, sino que podemos combinar ambas de forma efectiva. Una nos va a dar la facilidad para actualizar contenidos en redes sociales de forma rápida y la otra nos da un plus de calidad que otras empresas no tienen. Y vosotros, ¿qué estrategias seguís con las imágenes en vuestras empresas?
En Tecnología Pyme | Redes sociales, cuando lo que importa es la imagen de nuestro producto Imagen | Alan Levine