Cuando uno tiene problemas de visión tiene dos opciones. Pasar por una óptica que le revisará la vista y le venderá unas gafas o la segunda opción es ir primero a ver a un oftalmólogo que le diagnosticará sus problemas y en caso necesario le remitirá a una óptica para que se haga unas gafas. Esta misma situación se puede extrapolar al laberinto tecnológico de la pyme y la necesidad de diagnósticos de profesionales independientes. En las pymes que conozco se suelen dar distintas relaciones con la tecnología: empresas que no se gastan prácticamente dinero en este área y empresas que se gastan importantes cantidades en soluciones tecnológicas. En el caso de las primeras es una visión fuera de toda realidad en la gestión de la empresa, por lo general, muy personalista en la que no se delega y la tecnología es considerada una herramienta. Por lo general no se realizan mantenimientos ni se proponen mejoras. Sólo se cambia cuando algo se ha roto y no tiene arreglo.
El segundo caso es antagónico, se gastan importantes recursos de la empresa en el área tecnológica pero no existe un plan director de inversiones y por lo tanto el gasto no genera una mejora significativa en el proceso productivo de la empresa. En el primer caso, un asesor independiente puede proponer mejoras que no impliquen un dispendio excesivo para la empresa y mejoras importantes en el funcionamiento de la misma. En el segundo caso, puede trazar ese plan director del uso de la tecnología en el ámbito de la pyme.
Esto suele ocurrir con empresas importantes que todos conocemos bien en nuestras ciudades que, entre otras cosas, tienen estos servicios de asistencia y soporte técnico para las pymes. Por lo general estas empresas tienen sus propios socios de hardware, software, comunicaciones y como es lógico cuando les pedimos una valoración para resolver un problema se van hacia los productos que ellos mismos distribuyen, aunque estos no sean siempre la mejor solución para nuestra empresa.
Por eso si no podemos tener a una persona dentro de nuestra organización que se ocupe de todos estos temas y nos lleve el mantenimiento del día a día, es recomendable antes de ejecutar o no un cambio pedir una segunda opinión a alguien externo. Al igual que lo hacemos en otras áreas de nuestra empresa, en las que siempre se piden varios presupuestos, tal vez lo mejor es solicitar el servicio a varias empresas y luego decidir en consecuencia. Si no tenemos la capacidad por nosotros mismos, o los conocimientos adecuados, es en ese momento donde un asesor externo nos puede ahorrar mucho dinero al ayudarnos en esta tarea y lo que es más importante nos puede dar la solución más adecuada a nuestro negocio.
Foto | Hector Alejandro En Tecnología Pyme | Instituto Ideas, asesoría para emprendedores