Según un reciente estudio de IDC, sólo el 13,2% de las empresas españolas tiene implantada una política de trabajo flexible, y lo que es un dato peor todavía, un 59,1% no va a cambiar sus políticas al respecto en los próximos años. Otro dato negativo es que las que lo implantan sólo lo hacen para uno de cada cuatro empleados.
Además este casi la mitad de los casos son acuerdos entre gerente y empleado, de manera que el departamento de recursos humanos ni siquiera toman parte ni está regulado legalmente. Y esto a pesar de que la mayoría de las empresas piensa que la productividad global aumenta, además de los beneficios de conciliación de vida laboral y familiar.
El principal problema está en que la empresa sigue sin medir el rendimiento de los empleados, responder más a objetivos alcanzados que por el tiempo que pasamos en la empresa. En este sentido las empresas que tienen modelos de trabajo flexible no miden los resultados del modelo.
Creo que el modelo es bueno tanto para las empresas como para empleados. Es una forma de trabajo en la que todos consiguen beneficios. El teletrabajo obligatorio puede tener sus contraindicaciones, pero si lo tomamos como un añadido puede suponer muchas más ventajas que inconvenientes.
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