El principal motivo que lleva a las empresas a rechazar el uso de la firma electrónica es la falta de usabilidad de la misma, o dicho de otra forma, las empresas consideran que utilizar la firma electrónica es complicado. Los principales usos de esta tecnología son sólo los trámites con Administración Pública, pago de impuestos y Seguridad Social y, a mucha distancia ya, para emitir facturas electrónicas.
En concreto, un 11% de las empresas con certificado emite facturas electrónicas con firma, lo que suponen un 5% del total de empresas españolas. Si tenemos en cuenta que muchos de estos trámites se realizan por este medio de forma obligatoria, pues lo cierto es que los resultados no dejan en buen lugar el uso de la firma electrónica.
En el caso del DNIe los datos son todavía peores, puesto que su uso para comunicaciones certificadas es menor al 1% sobre el total de ciudadanos que lo poseen. Y dentro de estos más de la mitad lo representan profesionales para trámites con la administración pública. Lo cierto es que el uso del DNIe es todavía muy bajo.
Siempre que hablamos de firma electrónica, facturación electrónica o uso de la administración telemática siempre tengo la misma sensación. Es una tecnología que beneficia y supone un gran ahorro para las grandes empresas, y por supuesto para la administración pública, pero que para las pymes no supone una ventaja inmediata y tiene un retorno de la inversión más dudoso.
Por último, en lo que respecta a la usabilidad, pues aquí podríamos hablar mucho. Yo no tengo la sensación, con distintas aplicaciones de firma electrónica que he utilizado, que sea más complicado de utilizar, que cualquier otro software, para firmar documentos o crear facturas electrónicas. Otra cuestión es el acceso a la Administración electrónica, donde en muchos casos si exige el uso de applets de Java u otros complementos que pueden complicar, o incluso hacer desistir, a los usuarios.
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