La ley de la fractura

La ley de la fractura estipula que los cambios tecnológicos siguen un crecimiento exponencial mientras los empresariales, sociales, políticos y humanos lo hacen de manera gradual. Como empresa el problema es evidente pues resulta complicado que las personas y organizaciones se adapten correctamente a los últimos cambios tecnológicos.

Desde el punto de vista de mercado podríamos decir que los cambios tecnológicos se ven lastrados por la necesidad de cambio gradual que experimenta una sociedad y sus individuos (consumidores y trabajadores). Necesitamos que nos vayan enseñando el camino poco a poco pero aún así la tecnología siempre va un paso por delante de lo que asumimos como "habitual" o "normal".

Las empresas tienen ante sí un reto de recursos humanos y de mercado pues la tecnología se convierte en una herramienta competitiva que genera "problemas" (y por tanto oportunidades) dentro y fuera de la organización. Estar a la última tiene un precio y es que los primeros que adopten estos cambios tendrán que esforzarse por afrontar un cambio a más niveles que requieren algo que se revaloriza día a día: tiempo.

Ser el primero no siempre es lo mejor

Los cambios a nivel tecnológico requieren un estudio pormenorizado sobre las repercusiones que tendrán los avances sobre la experiencia de los clientes y los trabajadores. Los cambios radicales pueden ser vistos como agresiones a la costumbre y por tanto generar rechazo entre las personas.

Creo que los cambios tecnológicos, pese a producirse de forma exponencial, deberían aplicarse de forma gradual para adaptarlo a las personas de dentro y fuera de la organización. Lo malo es que no siempre es posible si no hemos realizado un esfuerzo continuo de mejora.

Forzar el cambio tecnológico en una organización puede suponer aumentar la fractura existente entre personas y tecnología y por tanto entre las empresa y sus clientes/trabajadores. No nos puede extrañar que este tipo de cambios bruscos produzcan una mayor resistencia al cambio y puedan aumentar la conflictividad interna y los problemas en la comercialización.

Además, desde que se implante el cambio hasta que se trabaje con él sin problemas de adaptación deberá pasar un importante proceso de formación (tanto como sea el cambio) que puede llevarnos cierto tiempo.

Según esta ley los cambios sociales se producen con más agilidad que los empresariales pues estos se supeditan a tendencias sociales iniciadas y no intentan generarlas por los riesgos que supondría asumir el tiempo y esfuerzo necesario para lograrlo. Es algo a manos de muy pocos.

Ser el primero puede ser bueno o malo según el terreno que afrontemos pero en algunos casos supone iniciar un camino difícil que normalmente no podemos asumir como pymes.

En Blog Sage | La resistencia al cambio o cómo vender un coche En Pymes y Autónomos | Adaptar a los clientes a las nuevas tecnologías, El proceso de la innovación Imagen | Germán R. Udiz

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