Creo que no exagero si digo que son multitud los planes de ayuda para promover la implantación del comercio electrónico en las pymes españolas. Sean ayudas económicas para la creación de tiendas virtuales o las jornadas informativas para acercarlo a las empresas, existen una buena cantidad de alternativas a las que podemos recurrir, y muchas de ellas, sobre todo en el caso de la formación, son gratuitas. A pesar de ello, el comercio electrónico es todavía algo anecdótico si comparamos el número de empresas existentes con las iniciativas ya en funcionamiento, ¿Cuál es pues es problema?
Generalmente apelamos al desconocimiento del medio para explicar los motivos por los que el comercio electrónico no acaba de cuajar entre las pymes españolas, y no hay duda de que es una de las razones, pero a la vista de artículos como el que publican en Trabajar sin conexión, creo que habría que replantearse esta explicación. Incluso en actividades formativas gratuitas, la asistencia está muy por debajo de lo que sería normal en un entorno todavía por desarrollar, así que el motivo principal habría que buscarlo en la falta de interés por parte de las empresas.
Bajo mi punto de vista el problema, más que de falta de conocimientos, es de actitud. Para establecer una estrategia comercial en Internet o, ya puestos, abrir esas nuevas vías de comunicación con los clientes de las que tanto hemos hablado (los blogs, redes sociales y sistemas de microblogging), primero es necesario sentir la necesidad de cambiar algo en nuestra compañía, ser conscientes de que la forma de trabajar de siempre ya no basta por sí sola para sobrevivir en un mercado global y ferozmente competitivo como el que tenemos, y ése es el pie del que cojeamos la mayoría.
Para que cualquiera de estas estrategias funcione, hay que partir de un cambio de actitud en la empresa. No hay que olvidar que sólo son herramientas, y si no tienen el espíritu adecuado detrás no sirven absolutamente para nada. Lo primero que hay que entender es que lo de antes ya no sirve, es necesario cambiar la orientación, y lo segundo es que, cada vez más, la atención al cliente marcará la diferencia. Las pequeñas empresas no pueden competir en precios, deben hacerlo en calidad y servicio, en un mundo en el que los clientes cada vez están más y mejor informados, buscan y comparan, y son menos reticentes a la hora de reclamar sus derechos.
En España todavía estamos lejos, muy lejos de asimilar esta realidad, no hemos asimilado la obligación que nos imponen los tiempos de cambiar y éste es el paso indispensable para abrir la puerta a las herramientas que nos permitirán hacerlo. Quizá apuntar un sólo motivo sea simplificar demasiado las cosas, pero me parece que es el principal, el tapón que no nos permite avanzar con las nuevas tecnologías, ¿se os ocurre alguno más?
Vía | Trabajar sin conexión
Foto | Zela