Y sobre todo ser previsores, puesto que por lo general no se piensa en el momento de la compra otros posibles usos y necesidades que tenemos creadas. Un ejemplo claro de este tipo de situación lo representan los ultraportátiles, que en un principio se iban a utilizar para entrar en Internet, editar algún documento sencillo y poco más y al poco tiempo de tenerlo pensamos en la cantidad de usos de los portátiles convencionales. Hay que ser previsores.
Sobre todo porque muchas veces estamos exigiendo a los equipos funcionalidades para las que no estaban pensados, ni son los más adecuados. Con los teléfonos móviles también ocurre mucho esta cuestión. No sólo quiero uno que me sirva para mirar el correo. Y coges un terminal de gama media-baja. Al poco tiempo además del correo ves el potencial y quieres más funcionalidad.
Compramos la tecnología con un plan concreto a corto plazo. El problema es que por lo general esta tecnología tiene un ciclo de vida que hace que al poco tiempo pueda resultar insuficiente. Este inconveniente se puede solventar con ampliaciones, pero estas no son posibles en todos los equipos ni para todas las circunstancias. Añadir más memoria, más disco duro o cambiar una tarjeta gráfica puede ser sencillo en un sobremesa, y algo más caro o imposible en un portátil.
Por lo tanto si queremos rentabilizar nuestra inversión debemos saber para qué vamos a usar la tecnología, qué usos futuros podríamos darle, qué posibilidades de ampliación ha llegado y cuando un equipo está siendo utilizado por encima de su capacidad productiva. Con esto me refiero a que un equipo puede funcionar para tareas más exigentes de las que estaba destinado, pero no resulta productivo utilizarlo para tales fines. Todos tenemos un límite y la tecnología no es menos en este sentido.
En Tecnología Pyme | Sustituir equipos informáticos, saber cuándo ha llegado el momento Imagen | mightyohm