Es tentador pensar que cuando se tiene más poder, será más fácil poder juzgar y hacer críticas.
Sin embargo, este sentimiento nunca desaparece, incluso, las personas poderosas aún lo piensan dos veces antes de hablar.
Cuando consideres que puedes hablar sobre la verdad, considera si tienes una comprensión realista de las consecuencias que se pueden producir.
Evalua cuánto crees en lo que tienes que decir con lo que podría suceder si lo dices, y decide si tienes la energía y la capacidad de recuperación necesarias para hacerlo.
Es posible que tengas un temor exagerado a las consecuencias y, por lo tanto, prefieras la seguridad a corto plazo de mantenerse en silencio. Sin embargo, hay que ser realista acerca de tus miedos.
Considera cómo han sido tratados los que han opinado previamente. Y no te olvides de reflexionar sobre el argumento, ¿cuáles son las consecuencias a largo plazo para tí y para los demás de permanecer en silencio?.
Imagen | qimono
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