Para que una empresa funcione, que todos los miembros del equipo se sientan parte de ella, valorados e identificados con los objetivos de la organización es clave.
Cuando la manera de resolver una crisis interna es hacer pagar al resto de la plantilla por el mal comportamiento de un trabajador, el mal ambiente será el inicio de la falta de productividad. ¿Quién tiene ganas de acudir a su puesto y rendir al 100% si desconfían de uno?
La comunicación es lo primordial
Si surge un problema con un empleado, pongamos por ejemplo que no ha sido sincero con la empresa, y ha actuado de manera poco transparente, el primer paso es hablar con él, y dejar claro que su comportamiento no sólo le ha perjudicado a él sino a sus compañeros.
Tomar medidas y si se considera necesario optar por el despido. Todo muy de sentido común. Pero ¿por qué tomar medidas con el resto de la plantilla sin contar lo que ha sucedido?
Cuando se da carta blanca a los rumores, en vez de organizar una reunión para explicar que ha surgido un problema serio con un compañero, estamos invitando e incitando a que los hechos se tergiversen. El clima laboral sea incómodo y de repente, todos se sientan culpables sin haber cometido falta alguna.
Claridad Vs Firmeza
Si un equipo es liderado por una persona que no es capaz de apostar por la claridad, es decir, compartir ese mal comportamiento que ha perjudicado a la empresa con el resto con total normalidad y dejando claro que no apuesta por ese perfil de empleado, deja vía libre a la interpretación.
Aquello tan manido de "pagar justos por pecadores". Tal vez, el que lo ha hecho mal pague, pero no es justo ni necesario que el resto también lo haga.
Si de un día a otro, un trabajador ve que tiene que pedir la firma de un cliente cuando realiza una visita porque "ahora esas son las normas", sentirá que hasta ahora no han confiado en él y que todo su esfuerzo ha caído en saco roto.
Premiar el buen trabajo
Si en alguna ocasión hemos hablado del salario emocional es porque los empleados son el activo principal de una organización. Y no sólo se valora su rendimiento con una nómina, sino con palabras.
No es lo habitual, pero el reconocimiento de la labor de una persona se agradece y mucho. La productividad no sólo va de la mano del dinero, muy importante, sino de sentir y percibir que nuestro trabajo es valorado.
Si la duda, la desconfianza aparece en el ambiente con forma de nuevas normas, más exigencia de la habitual sin explicación, un trabajador no deseará pisar ese lugar, y por lo tanto, su compromiso y rendimiento disminuirá.
En Pymes y Autónomos|Solo el 31% de los asalariados españoles está satisfecho con su trabajo
Imagen|Flachovatereza