Creo que como muchos los jueves dedico una parte de mi tiempo para ver el programa de "Pesadilla en la cocina", en mi caso me gusta porque, por un lado, creo que presenta muy bien la complejidad que implica dirigir y gestionar un negocio y, por otro, por como pone énfasis eso que útimamente está tan de moda, la creación de experiencias.
Con respecto a lo primero, un restaurante necesita de gran cantidad de recursos de distintos tipos, entre los que destaca el factor humano y su capacidad para transmitir la impronta propia del negocio, es decir, esa experiencia distintiva que le permite distinguirse de la competencia.
En casi todos los casos se evidencia que la falta de formación y capacitación del personal se revela de manera directa en la poca profesionalidad y que se pone de manifiesto en la comida que se sirve o en la calidad del servicio que se presta.
De este modo, no es extraño que los camareros tengan otra profesión que nada tiene que ver con la hostelería, o los cocineros, sean de las profesiones más insospechadas, excepto cocineros, y muestra de ello son las propuestas culinarias que propone Chicote, de una simplicidad extraordinaria porque, en caso contrario, el personal serían incapaces de realizarlas.
Siempre se está con el dilema de formación o experiencia, si se es joven es imposible tener experiencia por lo que las únicas capacidades y competencias que se pueden aportar son las que haya proporcinado una adecuada formación, unido, eso sí, a la ilusión y al compromiso con el trabajo.
Quien tiene experiencia, dispone de la formación práctica de los años acumulados, aunque en muchos casos sin ninguna formación teórica lo que en cierto modo, mitiga la capacidad para innovar.
Pero desde luego, el binomio de sin formación y sin experiencia, desde luego es sinónimo de fracaso, no sólo en restauración si no en cualquier tipo de negocio.
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