El paso de montar una empresa se plantea a menudo como una carrera llena de obstáculos: engorro administrativo, falta de financiación, costes elevados... Las quejas relacionadas con la falta de apoyo de la administración abarrotan las páginas de muchas publicaciones. Se añade a esto el probado argumento de la falta de formación adecuada para gestionar y sacar adelante un negocio.
Todo ello hace que la idea de establecerse por cuenta propia se plantee como una aventura de riesgo poblada de circunstancias adversas con las que hay que luchar. Sin embargo, pocas veces se realiza el sano ejercicio del autoanálisis que puede servir de respuesta a la pregunta: ¿estoy preparado para tener una empresa?
Es cierto que el inicio de un negocio conlleva trámites legales que pueden ser más o menos complicados. También es cierto que hace falta dinero y conocimientos. Ahora bien, imaginemos que ya tenemos todos esos ingredientes. ¿Es suficiente? A veces olvidamos que la esencia de un negocio la aportan las personas que lo impulsan. Una gran idea puede fracasar si no cuenta con el motor humano adecuado para sacarla adelante.
Pocas personas se paran a pensar, porque lo desconocen, en lo que tendrán que enfrentarse una vez tengan su negocio en marcha: saber tratar con el cliente, reclamar al que no paga, atender quejas, relacionarse con el personal a cargo(de haberlo). Y esto último incluye saber ser jefe: exigir, pero generando contento y confianza. El que tiene un negocio tiene que estar preparado para tener quebraderos de cabeza: solucionar problemas, planificar estrategias de ventas.
Debe estar dispuesto a ajustarse el cinturón si las cosas van mal y esto es algo que a veces no se asimila. Se contempla la empresa como una fuente de recursos para el empresario, priorizando las necesidades personales y supeditando el resto. No se considera una inversión a largo plazo que hay que cuidar sino como un simple medio para conseguir dinero.
Es necesario tener ilusión en el proyecto, aunque su rentabilidad sea menor a la esperada (esto partiendo, por supuesto, de que un negocio que no es rentable no es viable). Se necesita capacidad de decisión y resistencia emocional. Una persona que se agobia con facilidad y que no es capaz de soportar reveses es difícil que saque un negocio adelante.
En resumen: el que quiera tranquilidad; el que quiera olvidarse en vacaciones, que no monte una empresa. Que se ponga ante el ordenador y comience a redactar su currículum.
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