Sin embargo, a mí me llamó la atención ver por enésima vez a un señor que vende animales tallados en madera, los cuales al rozarlos emiten un sonido similar al que saldría de sus bocas. Estéticamente son bonitos y además originales. Lo que me pregunté al mirar a ese hombre afanado en llamar nuestra atención, fue cómo le habría ido la semana pasada puesto que también le vi. ¿Le cuadran los números a los empresarios medievales del siglo XXI?
Algunas de estas personas tienen tienda propia y en días feriados aprovechan para ofrecer sus productos. Lo llamativo era la diferencia de precios, en el pueblo que visité la otra semana (a pocos kilómetros de allí) todo era más económico, sin embargo una simple pulsera se salía del presupuesto de muchos padres que decían a sus hijos la consabida frase: "ya sé que te gusta, pero a ti te gusta todo".
La respuesta a esa subida de precio repentina es sencilla. Hace poco leí la historia de una pareja que se quedó sin poder montar su puesto en Valencia, en plenas Fallas ¿por qué? aunque la empresa organizadora había conseguido cincuenta licencias (o eso les habían comunicado), al final sólo quedó espacio para instalar veinticinco puestos.
¿Imaginamos qué debieron sentir, pensar y decir todos los que hasta allí se habían desplazado desde varios puntos de España? Creo que estos trabajadores hacen esfuerzos de todo tipo, pero sobre todo económico, y las licencias que han de pagar por poder establecerse en el mercado de turno ya son elevadas, si a esto le añadimos que un día antes te avisen de que te van a cambiar la ubicación, el caos está servido.
Detrás de estas personas existe una inversión. ¿Cómo nos sentiríamos si en nuestras tarjetas, en las páginas de Facebook o cualquier otro soporte donde puedan contactar con nosotros hubiera de ser modificado hasta tres veces? Esto fue lo que le ocurrió a esta pareja, resulta evidente que tuvieron pérdidas.
Tres veces les cambiaron de lugar, y obviamente no es lo mismo estar en una calle principal y transitada que en una escondida. La mala organización siempre se cobra víctimas y no importa el tamaño de nuestro negocio, algunos comportamientos parecen propios de la Edad Media y hablamos de artesanos.
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Imagen|M. Martín Vicente