La experiencia me dice que una buena parte de los fracasos de los negocios en España se deben a la falta de responsabilidad de los que los dirigen. Unas veces por falta de conocimientos necesarios para la toma de decisiones, otras por inconsciencia de lo que supone tener una empresa y otras muchas por dejadez, desidia o falta de motivación.
Lo que todo el mundo debería plantearse antes de montar una empresa es que ese paso es muy similar al de tener un hijo. Comporta una serie de responsabilidades, de obligaciones (legales y morales) y de sacrificios que hay que tener en cuenta, porque el fin último de cualquier empresario, como el de cualquier padre, ha de ser el bien de su empresa.
Tampoco hay que ponerse extremistas pensando que el empresario haya de sacrificar su vida por el negocio. Tener una empresa, al contrario que tener un hijo, es un proceso reversible, el empresario puede cerrar el negocio, cederlo o venderlo a otro. Pero eso no significa que tengamos claro lo importante que es que la empresa funcione bien.
Por eso debemos conducirnos de la manera más diligente posible en la gestión de la empresa, igual que lo debemos hacer en todo lo que se refiere al bienestar, la educación y el desarrollo de nuestros hijos.
Debemos cumplir con las normas establecidas tanto nosotros hacia la empresa como la empresa ante terceros y, al igual que delegamos una parte de los aspectos fundamentales que tienen que ver con el desarrollo físico, emocional o intelectual de nuestros hijos en otras personas (médicos, profesores, etc.) debemos dejarnos aconsejar y hacer caso a los profesionales que puedan ayudarnos en aquellos ámbitos de la actividad empresarial que nosotros no podemos abarcar.
Y todo esto, más si cabe, si nuestro futuro económico (o el de los que trabajan en él) está ligado al del negocio. Si nuestra fuente de ingresos depende de la empresa no podemos arriesgarnos a que por incompetencia o dejadez el negocio fracase.
Como en el caso de los hijos, las mejores armas para sostener un negocio son la paciencia y el sentido común. Pero siempre partiendo de asumir la responsabilidad que supone llevar las riendas de una empresa, sea del tamaño que sea.
En Pymes y Autónomos | Ni se te ocurra montar una empresa Imagen | Mercedes Blanco