Una de las noticias empresariales más destacadas en los últimos días ha sido la solicitud de pre concurso de acreedores por parte la empresa Fagor, dejando en una situación de incertidumbre a una plantilla de más de 1.800 empleados y con un endeudamiento superior a los 800 millones de euros, lo que podría acabar con las aspiraciones del grupo Mondragón tras el traspiés de su 'buque insignia'.
Esta noticia, que muestra una situación financiera muy complicada, pero no irreversible, acapara un gran interés porque puede acabar con el sueño del cooperativismo como fuente generadora de riqueza y de actividad empresarial, que ha abogado por la participación de los empleados en el capital de la misma.
El modelo del corporativismo ha sido considerado como una alternativa a la economía de mercado o capitalista, siendo considerado hasta como un ejemplo de modelo de gestión al inicio de la crisis, siendo entendido como un sinónimo de estabilidad, al anteponer la estabilidad de la producción y de los trabajadores a la consecución de grandes objetivos financieros.
Si analizamos las causas de estas circunstancias, que ojalá no derive en su derrumbe, tal vez estén situados al elevado precio del mantenimiento de esta filosofía de negocio, que les ha llevado a prescindir de algunas opciones, acometer ciertas inversiones, o simplemente, adoptar decisiones desacertadas con tal de ser fieles a sus principios.
Como poco, el reflote de las operaciones y de la compañía, pasará por una deslocalización geográfica de las operaciones, lo que redundará seguramente en un ruptura de este 'principio insalvable', lo que obligará a la empresa, y por ende a la corporación Mondragón a cambiar de modelo. Un modelo que ha cosechado grandes éxitos desde su fundación en el año 1943, pero que a día de hoy no ha mostrado la flexibilidad necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias que se están dando desde la llegada de la crisis económica hace casi siete años.
En Pymes y Autónomos | Las 10 medidas anticrisis del Grupo Mondragón Imagen | Manuel MC