Acabamos de asistir al primer rifirafe como consecuencia del anuncio de Rodríguez Zapatero de su intención de eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio si es reelegido Presidente, y las acusaciones del Partido Popular de plagiar una propuesta ya abanderada por Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, y que Rajoy incluyó en su programa electoral.
Pero lejos de esta polémica sobre quién llegó primero a la meta, reflexionemos siquiera brevemente acerca de qué supone este impuesto, como afecta a los empresarios y si es conveniente suprimirlo o no. Esencialmente, el Impuesto sobre el Patrimonio grava el patrimonio de las personas físicas, a 31 de Diciembre del año en curso.
Por Patrimonio la ley entiende "el conjunto de bienes y derechos de contenido económico de que sea titular, con deducción de las cargas y gravámenes que disminuyan su valor, así como de las deudas y obligaciones personales de las que deba responder". Lo recauda el Estado, pero cede el 100% de su recaudación a las Comunidades Autónomas.
El legislador persigue una optimización de la utilización de los patrimonios para evitar su estancamiento. Sin embargo, en su afán recaudador llega a gravar por segunda vez objetos tributarios que ya habían sido gravados en otros impuestos, como el IRPF.
Están obligados a declarar las personas físicas cuya base imponible sea superior a 108.182,18 Euros, o cuando el valor de sus bienes o derechos supere los 601.012,10 Euros. Esto supone apenas unos 900.000 de los cerca 17.000.000 de contribuyentes españoles, y por ello es conocido como "el impuesto de los ricos".
Sin embargo los realmente acaudalados suelen conseguir eludir el pago de este impuesto, y los afortunados por tener rentas elevadas, pero no tan ricos, muchas veces no consiguen eludir el pago de este impuesto.
A pesar de que el pago apenas supone una media de unos 1.500 Euros por contribuyente obligado a afrontarlo, se trata de una situación a todas luces injusta por gravar por partida doble a un buen número de contribuyentes.
En general, esta medida no va a afectar a muchos empresarios, y prácticamente a casi ninguna Pyme.
Puesto que los países de nuestro entorno ya hace tiempo que se dieron cuenta de su anacronismo y lo suprimieron, y en nuestro sistema fiscal entró como una medida transitoria, creo que es oportuna su supresión, independientemente del signo político que la lleve a cabo.
Y en mi opinión, ya que el debate sobre nuestros impuestos parece haberse abierto, sería el momento de revisar los cimientos de nuestro sistema impositivo y rebajar un poco la presión fiscal que soportan con más dificultad las pequeñas y medianas empresas.
Vía | Europa Press Vía | El País En El Blog Salmón | Zapatero promete la eliminación del Impuesto del Patrimonio Imagen | Sanja Gjenero