Llevo desempeñando actividades profesionales desde hace más de 15 años. Creo que mi capacidad de sorpresa está bastante mitigada. O no. Aún me sorprende y me indigna el morro que le echan algunos supuestos empresarios, algunos supuestos profesionales. No me queda más que pensar que creen que el otro es tonto y se la pueden meter hasta la bola, o bien que son unos incapaces tan peligrosos como un iceberg a la deriva en medio de la niebla. Siento ser tan tajante, pero mi condescendencia tiene un limite.
¿Queréis un ejemplo? Pues aquí tenéis todo un clásico, el de los efectos aceptados sin domiciliar, ya sean letras o pagares no bancarios. Aún hoy, en pleno siglo XXI hay que soportar que el cliente-deudor te diga que no le ha llegado la xerocopia o aviso para domiciliar. El resultado es una devolución del efecto con unas comisiones de la leche, dados los tipos actuales. El cliente se niega a abonar los gastos de dicha devolución aduciendo que a el no le ha llegado nada, que el siempre cumple, que lo retroceda nuestro Banco, que...y mientras el Banco comienza a mirarnos mal, a ver que mierda le estamos metiendo. Con todos mis respetos, si tenéis clientes con incidencias de este tipo, o son unos morrosos o unos torpes. No se que es más preocupante, por lo que es aconsejo no trabajar con ellos.
Y es que supongo que todos somos conscientes de que hablamos de efectos aceptados, firmados por semejantes joyas. Por tanto, no pueden aducir que desconocían la fecha de cargo, que había habido algún tipo de malentendido, que no se pude gestionar lo que no se conoce. Para nada, el cliente ha tenido esa letra o ese pagaré delante, con su fecha de vencimiento y su importe correspondiente, dando su consentimiento. Cuesta creer que un empresario no lleve un registro de los efectos a su cargo pendientes de vencimiento, pero lo que ya resulta inconcebible es que no lo haga con los aceptados. No me lo creo. Cuenta con esa relación, le llegan los avisos de domiciliación y los ignora llamándonos tontos. ¿De no haberle llegado, qué le impide llamarnos para reflejar su extrañeza, hablar con nuestro Banco y domiciliar el efecto? Así de claro. Y si no es tan claro, si no guarda esa relación, es que debería pensar en dedicarse a cualquier trabajo sencillo, alejado de iniciativas empresariales, que los negocios son cosas de mayores.
Entiendo que para muchos esta historia es conocida. Como ya supondréis, la clave es la profilaxis, la prevención. Hay que dedicar una vigilancia especial a todos los efectos, aceptados o no, sin domiciliar. A todos. O tenemos un acceso de Banca electrónica que nos permite un seguimiento diario de los efectos en conexión con el ordenador central de nuestro Banco, o vamos día si y día también al Banco para ver si han domiciliado ya los dichosos efectos. Sin vergüenza alguna. Y si vemos que se acerca el día clave, que estamos cerca de la barrera temporal que tenemos para reclamar los efectos sin considerarse devoluciones, recuperemos el efecto y cobrémoslo al contado, presentándonos en la firma. Después de eso, saludad al morroso y no volváis a trabajar con él.
Si, se que me repito, pero los morrosos también.
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