El objetivo principal de cualquier empresa es la maximización del beneficio o, más concretamente, la obtención de la mayor cantidad posible de ingresos utilizando para ello el menor número de recursos posible. Para realizar este cálculo, la tasa interna de retorno (TIR) tiene un papel primordial en el cálculo de la viabilidad y rentabilidad de cualquier inversión.
Precisamente, uno de los instrumentos financieros fundamentales para aumentar la TIR es el apalancamiento financiero, es decir, la utilización del endeudamiento para facilitar la operación en lugar de los fondos propios. Un método frecuentemente utilizado por las empresas para acometer sus inversiones pero que, sin embargo, no está exenta de riesgos.
Pongamos un ejemplo que ilustre este fenómeno: imaginemos que queremos realizar una inversión en bolsa, y nos gastamos 1 millón de euros en acciones. Al cabo de un año las acciones valen 1,5 millones de euros y las vendemos. Hemos obtenido una rentabilidad del 50%.
¿Qué ocurre si realizamos la misma operación utilizando apalancamiento financiero en lugar de utilizar los fondos propios de los que disponemos? Imaginemos que, en lugar de aportar los 1,5 millones de euros de nuestros fondos propios, ponemos 200.000 euros y un banco (o varios, en un crédito sindicado) nos presta 800.000 euros a un tipo de interés del 10% anual.
Al cabo de un año, las acciones valen 1,5 millones de euros y las vendemos. ¿Cuánto hemos ganado? Primero, debemos pagar 80.000 euros de intereses. Y luego debemos devolver los 800.000 euros que nos prestaron. Es decir, ganamos 1,5 millones menos 880.000 euros menos 200.000 euros iniciales, total 420.000 euros. Parece una cantidad menor en términos absolutos pero, sin embargo, es una cantidad mayor en relación a la cantidad de recursos aportados. En realidad, nuestro capital inicial era de 200.000 euros, y hemos ganado 420.000 euros, es decir, un 210%. ¡La rentabilidad se ha multiplicado!
Sin embargo, estas operaciones no están exentas de riesgo. En caso de que las acciones pierdan valor, el apalancamiento también aumenta las pérdidas. Si, en el ejemplo propuesto, las acciones pierden valor hasta 900.000 euros, solo habremos perdido 100.000 euros utilizando recursos propios.
Sin embargo, si utilizamos apalancamiento financiero, hemos perdido 100.000 euros de pérdida de valor de las acciones y 80.000 euros en concepto de intereses. Es decir, casi el doble, pero con una diferencia fundamental: todavía tenemos que devolver la deuda al banco. A diferencia del primer caso, en el que perdíamos dinero que era nuestro (las pérdidas son del 10%), en el segundo caso tenemos que devolverles 880.000 euros de los 900.000 que valen las acciones. Es decir, las pérdidas se han multiplicado al 90%.
En definitiva, la utilización del apalancamiento puede multiplicar la rentabilidad de nuestras inversiones pero también aumenta los riesgos, que puede acabar acarreando graves pérdidas si no lo gestionamos adecuadamente.
En Pymes y Autónomos | Cinco ventajas del apalancamiento financiero Imagen | Sammic SL