Corre el año 2009 y siguen funcionando, y muy bien, los viejos timos de siempre. El tocomocho, por mucho que parezca increíble sigue dando réditos. Y la clave están en que se basa en un mecanismo tan viejo como la avaricia, avaricia que supera a los escrúpulos por aprovecharse de alguien con aparente dificultades para comprender. Tal y como decía en aquel post de El Blog Salmón me cuesta entender que los timados tengan el cuajo de denunciar por un lado, y que su actuación no sea constitutiva de delito.
Claro que no siempre es así. En el mundo empresarial funciona, y mucho, el conocido como timo del nazareno. No se basa en ese mecanismo de explotar la codicia caiga quien caiga. Opera a un nivel más modesto, el del legítimo interés comercial del empresario. El empresario vende luego existe. Aunque, como descubren las victimas de este incunable, más bien el empresario cobra luego existe. ¿Cómo funciona este timo?
El timo se da en sectores que permiten una rápida reventa de los productos (consumo, electrónica, etc). El timador constituye una empresa, alquila un local, y aparenta ser un crack empresarial. Si es necesario falsifica documentación. Contacta con proveedores y cumple escrupulosamente en los primeros pedidos. Se establecen así varios ciclos de compra-facturación-cobro. Aparenta ser el cliente perfecto y suele operar con múltiples proveedores. Todo va de vicio. Hasta que, una vez ganada la confianza, le ofrece a su proveedor un excelente negocio, un gran pedido para una campaña puntual, un pedido por el que proveedor va a sacar pingues beneficios. A cambio, sólo le pide que, para este megapedido, en vez de pagar al contado o a escasos días, le de 60 o 90 días. Y el proveedor, ante ese nuevo-viejo-conocido, acepta.
Os podéis imaginar el final. El cliente liquida apresuradamente estos artículos por debajo de su coste en canales alternativos. Dado su precio le duran días. Levanta el vuelo y deja el local desangelado. La cola de proveedores que va a reclamar sus facturas a la desangelada sede social de su cliente vip simula una procesión de Semana Santa. Una procesión muy dolorosa. De ahí lo de nazareno.
Hay que tener mucho cuidado, ya que si te la quieren liar te la lían. Son sumamente hábiles. Los consejos para evitar caer en sus redes son variados:
- Desconfía de los clientes que vienen a buscarte, especialmente en sectores duros, difíciles.
- Infórmate sobre el cliente, pide referencias, consulta registros, bancos, etc. No basta jamás con dar por buena la información que nos facilita.
- Intenta conocer a sus clientes, visitar los locales donde vende, e indaga si ves algo raro, precios que te escaman, procedimientos de venta atípicos, etc.
- Recurre a la coopetencia. Habla con tus competidores, probablemente haya contactado con ellos también, comparte experiencias.
- Desconfía de los cambios bruscos en las modalidades de pago, especialmente si se asocian a fuertes incrementos de los volúmenes de compra. Testea la bondad del cliente ofreciendo otras alternativas distintas a las del plazo o a hacer dejación de tus garantías.
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Imagen | Jesús Garrido