La mayoría de los autónomos no se van de vacaciones porque no puedan abandonar a sus clientes durante un par de semanas. No se van porque en esas dos semanas no generan ingresos. Y esto implica que si quieren descansar tienen que tirar de ahorros. Lo normal es que se fije un precio por hora teniendo en cuenta a la competencia, pero no en cuánto queremos ganar para llevar el tipo de vida que deseamos alcanzar. Al fin y al cabo para algo arriesgamos y nos hemos hecho autónomos.
Por eso las cuentas tienen que ser mucho más meticulosas. Hay que considerar muchas más variables en el precio por hora para no solo tener unos ingresos a final de mes que compensen nuestro trabajo, sino también que cada mes nos genere un superávit suficiente como para poder irnos de vacaciones un par de semanas en verano e incluso algún puente que otro.
¿Cuánto quieres ganar a final de mes?
Esta es la pregunta clave. Si suponemos que cada mes queremos ganar 2.000 euros netos implica que a dicho porcentaje tenemos que sumarle los descuentos de IRPF y los gastos de Seguridad Social. IVA aparte ya tenemos una cifra aproximada de lo que debemos facturar.
La clave está en muchas ocasiones en los gastos, de la oficina o almacén que tenemos alquilado, del combustible que gastamos en los desplazamientos, dietas o hacer una previsión de la amortización del vehículo que estamos pagando o para poder comprar otro cuando acabe su vida útil, gestorías o asesorías y otros servicios profesionales también contarían.
Si no lo hemos contemplado bien esos 2.000 euros se esfumarán como la arena de playa entre tus manos. Son solo una ilusión, porque la realidad es que no hemos sido lo meticulosos que deberíamos para obtener los ingresos que deseamos.
¿Cuántas horas quieres trabajar?
Si pensamos que después de todo ya tenemos una cifra de lo que debemos facturar solo hay que dividir entre 40 horas semanales para obtener el coste por hora. Pero no, no es tan sencillo, porque una cosa son las horas que tu quieres trabajar y otra bien diferente las que dedicas a tu negocio.
Hay que empezar por distinguir entre horas facturables y aquellas qué no lo son. Por lo tanto hay que restar las horas perdidas en gestiones y sumar un pequeño porcentaje de imprevistos, reuniones o coordinación con el cliente. En el caso de personas muy organizadas y previsoras el porcentaje puede variar entre un 5 y un 15%, al menos si no queremos ir bien y cumplir con clientes y acabar a nuestra hora.
A veces interesa más contratar a un gestor para que presente por nosotros los impuestos que dedicar nosotros mucho más tiempo del que tenemos para ahorrarnos algo de dinero, pero a cambio el número de horas que tenemos disponible como horas facturables baja de forma considerable.
No tan rápido, hay que guardar para vacaciones e impagos
Si nos queremos ir de vacaciones tendremos que incrementar el precio de nuestra hora o dicho de otra manera, generar cada mes ingresos que compensen lo que necesitamos ingresar cuando no estamos trabajando, para que ese periodo de descanso también podamos disponer de los 2.000 euros netos que queremos ganar.
Lo mismo ocurre con otros conceptos que podríamos llamar imprevistos. Todo autónomo sabe que más pronto que tarde se encontrará con algún cliente moroso que no le pagará. Y contra estos también tenemos que tener armas para combatir, al menos si no queremos perder el fondo destinado a las vacaciones.
Pero si contemplo todo esto mi precio por hora no es competitivo
Si somos meticulosos y sumamos todos los conceptos puede que el precio por hora que facturamos sea mucho más alto de lo que actualmente estamos haciendo. El resultado es que no somos competitivos y comenzamos a perder clientes. Por eso se trata de rebajar en muchos casos para lograr ingresos hasta captar clientes, aunque luego muchas veces no se remonta.
Lo habitual es que se empiece con las rebajas, empezando por nosotros mismos, aumentando el número de horas que trabajamos cada semana, eliminado algunas previsiones de gastos, entre ellas posiblemente las de vacaciones, impagos amortizaciones para herramientas como vehículos, material informático, etc. O el dinero que deseamos ganar cada mes.
Pero pocas veces se piensa en otros conceptos, como buscar el valor añadido que podemos incluir en nuestros presupuestos para que el cliente valore pagar más, ser más eficientes con el tiempo que dedicamos a las tareas, mejorar nuestra organización, contratar servicios profesionales que nos liberen tiempo, etc.
O podemos seguir igual, autoengañarnos un año más y decir que todo está muy mal, que hay mucho intrusismo, que la competencia tira los precios o que no podemos irnos de vacaciones porque nuestros clientes nos necesitan imperiosamente.
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