Muchas veces la comunicación empresarial falla porque no nos cuestionamos si la forma en la que lo hacemos es lo más adecuada, para ello, resulta muy importante realizar un pequeño proceso de inversión, es decir, colocarnos en el lugar de nuestro usuario y analizar en si del mensaje que se recibe transmite el fondo que deseamos transmitir.
En ocasiones algún compañero se ha quejado en la oficina de que ha recibido algunas peticiones, instrucciones o aclaraciones que no ha interpretado de manera nítida, bien porque se daban por supuestas algunas cuestiones importantes o bien porque el núcleo del mensaje daba lugar interpretaciones ambiguas.
Lo que hoy quiero transmitirles no es que siempre debamos redactar para inexpertos, pero sí considerar algunos elementos del mensaje que no aportamos al cuerpo del mismo por ignorar si son necesarios para su interpretación. Al hilo de esta cuestión podemos poner un ejemplo muy ilustrativo, recuerden cuántas veces que les han introducido en una negociación empresarial o en una reunión y no conocían algunos detalles fundamentales para su correcto desarrollo.
En conclusión, siempre que necesitemos comunicar algo a un conjunto heterogéneo de personas con un grado de información diverso, debemos pensar en cómo nos gustaría que nos lo comunicaran a nosotros si fuésemos el destinatario de la información menos informado sobre la cuestión que queremos comunicar para lograr la mejor eficacia.
En Pymes y Autónomos | La maldad de las herramientas de comunicación empresarial
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