En nuestro día a día en nuestra labor profesional nos enfrentamos a tareas de diverso tipo, y aunque algunas de ellas son 'ad hoc', la mayoría de ellas son recursivas y con un formato y/o canal estandarizado. Esta últimas, son las que mayor tiempo nos ocupan, por lo que la mayor o menor eficiencia que demostremos en su desarrollo, condicionará el nivel de estrés que tengamos, el número de errores o incidencias, y también la disponibilidad de un tiempo 'extra' para desarrollar otro tipo de tareas o responsabilidades.
Para ello es fundamental invertir un tiempo en analizar nuestras tareas y/o procesos, cuestionarnos su funcionamiento, realizar mejoras, establecer mecanismos de control y automatizarlas. Un trabajo que debemos acometer con la celeridad que se merece y no aplazarla, porque tal vez no podamos encontrar el momento cuando la situación se sobredimensione.
A la hora de acometer esta tarea, debemos ser minuciosos a la hora de realizar la planificación, aprovechando para clasificar las tareas y/o procesos en usuales, importantes y críticos, e ir avanzando en función de las prioridades y la mejora potencial de eficiencia. Por ejemplo, centraremos nuestros esfuerzos en mejorar las tareas más importantes, especialmente con las que más tiempo consumen y podemos conseguir un mayor ahorro de tiempo (o también aquéllas que suelen registrar un mayor número de incidencias). Y posteriormente ir peinando el resto.
Este trabajo es muy complejo y requiere mayor atención de la que muchas veces se le puede presumir a priori, pero es el precio que tenemos que pagar para conseguir un equipo que trabaje de una manera eficiente, ganar eficacia, asumir nuevas tareas/responsabilidades, y en definitiva, crecer.
En Pymes y Autónomos | La eficiencia del trabajador es muy positiva, ¿por qué no alcanzarla? Imagen | Sean