Este año 2014 nos hemos despertado con cierto optimismo en el que cada vez más agentes económicos piensan que las cosas están cerca de cambiar, lo que supone un cierto alivio para muchas empresas, que estos años han tenido que hacer encaje de bolillos con sus finanzas para poder subsistir estos años, y que esperan que una salida de la crisis económica ejercerá las veces de motor para solucionar su particular crisis.
Aunque comparto la opinión de que una salida de la crisis promoverá un efecto arrastre muy positivo para la amplia mayoría de las empresas de los sectores de actividad más variopintos, no tiene por que constituir de manera necesaria que todas y cada una ellas solucionen sus problemas particulares.
De manera que del mismo modo que cuando llegó la crisis económica a la economía real en el año 2008, no todas las empresas se vieron afectadas, pues ahora, no todas las empresas pisarán el acelerador del mismo modo, sino que también habrá otras que aún están pisando el freno al encontrarse aún en plena fase de ajuste, tal y cómo sucede aún con las empresas inmobiliarias, constructoras, y aquéllas que directa o indirectamente dependen de la construcción residencial y/o la obra civil.
Por tanto, a pesar de que el optimismo y los números verdes se establezcan en nuestra economía, no todas las empresas emprenderán una etapa de prosperidad, ya que no solucionarán sus problemas por inercia ni tampoco sin han logrado mayores cotas de eficiencia y/o capacidad en sus negocios.
En Pymes y Autónomos | La eficiencia del trabajador es muy positiva, ¿por qué no alcanzarla? Imagen | Dustin Larimer