El conseguir objetivos en nuestra vida profesional no es algo fortuito, sino que se deriva de un proceso de planificación y un gran esfuerzo, un proceso que no podemos parar y en el que no nos podemos relajar.
Y matizo lo no parar porque por muchos hitos que hayamos logrado, si no seguimos avanzando en nuestra carrera, podemos caernos cuando menos lo pensemos. Y para ilustrar esta situación, que mejor símil que lo que ha ocurrido con la selección española de fútbol, que tras alcanzar lo más alto en este deporte, ha sido la primera selección en quedar eliminada en el presente mundial de Brasil.
En algunas ocasiones este 'tropiezo' se presenta por haber alcanzado un objetivo finalista (que tras cuya consecución no encontramos otra motivación), unos incentivos insuficientes, la falta de compromiso, de disciplina, o incluso la escasa implicación que pueda tener el profesional en el proyecto, entre otros.
Por tanto, ser un líder es una actitud de continua lucha, ambición e inconformismo respecto a los logros alcanzados, que aún valorándolos, nunca debemos olvidar el esfuerzo que nos han costado, para así tener presente que nunca debemos desistir en nuestra actitud.
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