Casi con total seguridad si está, o has estado en una posición influyente, hayas dicho a tus empleados algo muy semejante a "mi puerta siempre está abierta". Es probable que, incluso, que esta declaración resultase sincera.
Puedes sentirte que eres una persona bastante accesible, y que los demás se sienten cómodos acudiendo a tí con sus problemas e ideas. Eso puede ser cierto pero, también, puede no serlo.
Los líderes a menudo tienen una idea inflada de lo fácil que es para otros hablarles honestamente. Si deseas que las personas te accedan directamente debes preguntarte si ¿estás sinceramente interesado en las opiniones de los demás?, ¿qué es lo que necesitas hacer y decir para permitir que otros hablen?.
Una vez que tengas una mejor idea de lo accesibe que resultas, podrás tomar medidas para eliminar aquellos obstáculos que dificultan tu accesibilidad. De hecho, puedes reducir las diferencias de estado vistiéndose de manera más informal o, simplemente, manteniendo tu extroversión bajo control para que otros tengan un momento para hablar.
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