Las cifras, no oficiales todavía, de los contribuyentes que se han acogido al IVA de caja manifiestan el enorme fracasoque esta medida está resultando, algo que ya se podía prever a pesar de que las estimaciones del Gobierno eran muy optimistas. Se calcula que habrá poco más de cinco mil solicitudes frente a las ciento cuarenta mil que se estimaban.
A pesar de la prórroga del plazo para solicitar la inscripción en el nuevo régimen, se amplió desde el 31 de diciembre pasado hasta el próximo 31 de marzo, y de la campaña informativa de la AEAT, el resultado está siendo un rotundo fracaso debido a varias razones.
Desde el momento en que se dio a conocer el funcionamiento del sistema ya comentamos que era malo. Se vendió como la solución para evitar el adelanto del IVA por las facturas no cobradas, y de hecho en base a ésto se había solicitado desde diversas asociaciones de empresarios, pero el coste de acogerse al mismo no lo hace nada atractivo.
Las obligaciones administrativas y de comunicación de datos a la Administración de los que quieran trabajar con el IVA de caja supone, en muchos casos, un problema que no compensa el posible beneficio de su aplicación.
Por otra parte el funcionamiento del mismo involucra a los que no están en el mismo pero sí trabajan con cliente y/o proveedores que lo estén y les obliga a llevar un doble criterio en la liquidación del impuesto, lo que añade más dificultades a la gestión. Por ésto muchas empresas ya manifestaron su intención de no trabajar con quienes se acojan al IVA de caja y eso ha hecho contribuido también a que no haya habido más "altas".
Las cifras definitivas se conocerán el próximo mes, pero no parece que vayan a ser muy diferentes de las actuales. Esta es la consecuencia de que quienes hacen las leyes no conocen la realidad del día a día de las empresas y cómo se les puede ayudar, si es que realmente les interesa.
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