Para la diseñadora gráfica María González de Benito han sido dos semanas llenas de sorpresas. Esta emprendedora creó un GPT especialista en la Agencia Tributaria con toda la información pública de la AEAT.
Su objetivo era que este bot pudiese resolver dudas sobre los trámites propios de la Administración y fuera accesible para cualquiera. Con un margen de error razonable, que ella misma señalaba, evitaba o complementaba el difícil trayecto entre los laberintos de la burocracia. Sin embargo, recibió una llamada y un mensaje inesperado...
Creación, y conflictos
Hoy, el ChatGPT de la AEAT está activo, va por delante (al final del artículo, tienes un enlace), pero ha pasado por un peregrinaje digno de mención.
La propia González de Benito aprovechó LinkedIn para compartir el chatbot, que anunciaba del modo siguiente: “¿Alguna vez os ha pasado que os llega una notificación de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, no sabéis qué es, llamáis por teléfono para aclarar dudas, no os resuelven las dudas, hacéis la pesadilla de pedir una cita previa, acudís a las oficinas 2 semanas después, y os atiende una persona que tampoco sabe resolveros las dudas?”
De este modo, se le ocurrió vincular toda la información tributaria (de nuevo: la información pública, oficial) a este ChatGPT, avisando de que lo ideal siempre es comprobar que el bot nos indique una respuesta correcta, y con sentido (algo todavía mucho más importante de lo que la gente piensa). En cualquier caso, si lo has podido utilizar, te das cuenta de cómo una IA podrá llegar a ser un asistente perfectamente funcional en fiscalidad y obligaciones tributarias.
Los motivos de la AEAT
Entonces, llegó una comunicación de la AEAT. En un primer momento, se realizó mediante llamada telefónica, según comentó González de Benito. En una publicación posterior, precisó, además, que fue el servicio de ciberseguridad de Telefónica España quien le pidió cambiar el logo y eliminar las respuestas basadas en la AEAT.
Ella ha comentado en todo momento que el bot no tiene ningún interés económico ni de ningún tipo y compartía que le resultaba desalentador cómo se intenta frenar algo que funciona y beneficia a todos. Por descontado, eliminar la conexión entre la información de la AEAT y el bot, como cualquiera se puede imaginar, es destruir la utilidad del proyecto.
Se adelantó ChatGPT
A posteriori, la AEAT notificó por escrito a González de Benito que exigían que se retirase el logotipo de la Agencia Tributaria del proyecto, que se eliminen las referencias a la entidad y que las respuestas no correspondan a los criterios de la AEAT. La emprendedora solo aceptó cambiar el logotipo e incluir un aviso o disclaimer, pero ChatGPT se adelantó en la retirada del bot.
Las razones que dieron a su creadora fueron: por existir posibles violaciones en la ley de Marcas (Ley 17/2001), Competencia Desleal (Ley 3/1991), por ser susceptible a errores y por no encontrarse en un entorno completamente securizado para su propósito.
En cualquier caso, como anunciaban medios como La Vanguardia en las últimas horas, o la propia creadora durante la semana pasada, la presión popular y el apoyo mutuo han conseguido mantener el bot público y operativo.
Las ventajas del bot
A través del Asesor Virtual en Agencia Tributaria Española, un ChatGPT gratuito y operativo las 24 horas, podemos evitar las esperas habituales propias de la Administración.
Asimismo, se trata de un GPT que sigue aprendiendo, por lo que, tras cada consulta, se especializa más y más en la normativa de la Agencia Tributaria, y ofrecerá respuestas más precisas sobre declaraciones, deducciones, exenciones y otros trámites fiscales complejos.
Los usuarios han destacado también que, más allá de la eficiencia en la búsqueda de información, se agradece el lenguaje claro y comprensible en temas complejos, la posibilidad de utilizarlo como soporte para decisiones más informadas (que deben cotejarse con tu asesor fiscal, sobre todo, en temas complejos) e incluso la optimización de los recursos públicos.
Dicho de otro modo, la IA puede resolver millones de consultas simples o habituales y dejar los casos más complejos para consultar —con una menor saturación, esperamos— con la Administración. A priori, no hay desventajas, pero esta experiencia ha demostrado cómo sigue existiendo mucho miedo frente a las nuevas tecnologías.