Cuando pensamos en el crecimiento de una empresa nos planteamos muchas opciones, entre ellas la franquicia, estudiamos todos los emplazamientos posibles, las características que precisaremos para nuestros nuevos locales y nos disponemos a evaluar la inversión y los condicionamientos que tendrá nuestra expansión. Pero antes de elegir un sistema u otro de expansión deberemos analizarlo detenidamente.
En realidad la expansión se puede ver desde una doble variante y ambas tienen carácter empresarial, es decir, por una parte nos lo podemos mirar desde la parte del individuo, profesional o inversor que desea montar un negocio y considera más apropiado adquirir una franquicia que desarrollar su propio concepto de negocio y marca.
Y por la otra parte nos podemos encontrar a esa organización que ya ha desarrollado (habitualmente) exitosamente su modelo de negocio y que en el momento de querer o tener que ampliar el negocio por medio de nuevas localizaciones se plantea la franquicia como opción, en ambos casos hay que hacer unas consideraciones:
La franquicia no es buena ni mala en sí misma, la franquicia puede ser tan validad o tan invalida como cualquier otra forma de expansión ahora bien la misma tiene unas ventajas e inconvenientes innegables que bien conviene conocer.
Si somos unos profesionales o inversores que deseamos iniciar un negocio y nos planteamos la adquisición de una franquicia como forma de hacerlo evidentemente nos encontraremos con una importante ventaja que a la postre puede resultar clave y que en realidad es el “live motive” de la franquicia: Al adquirir una franquicia, “adquirimos una marca”, “alquilamos” en nuestro beneficio una imagen con el objetivo de que nos ayude a hacer crecer ese negocio que vamos a montar y que tenemos dudas de que sin el nombre de esa marca funcionase y por otra y no menos importante nos queremos (intentamos) asegurar implantar un modelo y sistema de negocio ya probado y que ha dado muestra de buenos resultados.
Y si bien lo dicho justo en el párrafo anterior es lo que motiva al adquiriente de una franquicia a adquirirla, a modo de reflexión y sin que ello signifique una crítica al modelo de franquicia, deberemos plantearnos lo siguiente:
¿Realmente la marca que vamos a adquirir nos garantiza, nos da ese nombre que precisamos para funcionar?, ¿no podríamos crecer solos con nuestra propia enseña?, ¿Por qué debemos “copiar” un modelo de éxito si, pero copiar, cuando nosotros podemos crear nuestro propio modelo?, y la pregunta puede que clave, ¿realmente merece la pena y es rentable la inversión a realizar en una franquicia, o será mejor destinar los recursos a un negocio propio?
A todo lo anterior no se encuentra ni una respuesta positiva ni una negativa, ni blanco, ni negro, ni siempre nos servirá ni será rentable una franquicia, como tampoco siempre nos lo será no adquirirla, en resumen, para terminar esta parte y con muchos matices el firmante dirá que a grandes rasgos si somos un perfil inversor/gestor que deseamos “llaves en mano”, que nos lleven el negocio y nosotros solo gestionarlo lo apropiado puede ser la franquicia, por el contrario si nuestro espíritu es emprendedor igual nuestro futuro negocio se encuentra en el desarrollo pleno del mismo.
La otra mirada respecto a la franquicia es el de la empresa que desea expandirse mediante este sistema de expansión, en este caso diremos que la empresa debe de evaluar muy mucho las posibilidades que tiene de expandirse a sabiendas de que este sistema de expansión que es la franquicia le aportara, si, una posibilidad más rápida y con menor inversión de crecimiento, pero que a la vez perderá un poco de poder y de control sobre su desarrollo. A la vez tiene que ser consciente que si plantea que este sistema tenga éxito debe de ofrecer un autentico pack de servicios al franquiciado y aportarle autentico valor añadido para que el mismo encuentre interés invertir en la misma, mas allá del interés mismo del valor de la misma.
En Pymes y autónomos | Las franquicias en la cultura del pelotazo: breve mirada a la historia
Imagen | schwenke