Antes de empezar quiero aclarar que esta batallita es totalmente cierta aunque por su naturaleza creo conveniente encajarla en la sección de humor y es que algunas personas tienen una idea muy equivocada sobre lo difícil que puede ser “emprender”.
Os voy a contar una de las conversaciones más surrealistas que he mantenido a este respecto y que me dejó un mal sabor de boca porque aunque yo no lo pensaba en un principio el chico con el que hablaba lo hacía totalmente en serio. Me pilló desprevenido, sin duda.
Cumpleaños en un restaurante libanés
Cuando llegué a la cena la mesa estaba abarrotada y los sitios próximos a la gente más conocida habían sido ocupados. No le di mucha importancia pues al fin y al cabo me gusta relacionarme. Solo encontré hueco al lado de un joven estudiante de informática de 19 años al que no conocía absolutamente de nada y por el que, por una simple cuestión de edad, no sentía especial afinidad.
Mientras luchaba por las migajas de la comida libanesa que se repartía por toda la mesa (varias unidas en realidad) el chico me abordó repentinamente con una pregunta: “¿Te gusta barrer?” La cara que se me quedó seguramente fue bastante cómica pero degradó bastante según se extendía la conversación. En ese momento ni me había dicho “hola”.
- ¿Cómo? – respondí en cuanto logré tragar una especie de croqueta con un nombre exótico imposible de recordar.
- Si, pregunto que si te gusta barrer. – la sonrisa de su cara me hizo pensar que iba a soltar alguna clase de chiste pero luego entendí que trataba de ser “comercial”. Parecía salido de un anuncio de televisión.
- Bueno, ni me gusta ni me deja de gustar. Es algo que hay que hacer y no me causa especial molestia… ¿por?
- ¿Y si te digo que existe una maquina que puede hacerlo por ti? – indudablemente esa sonrisa era de teletienda americana.
- ¿Me estás hablando de las Roomba y todas esas aspiradoras automáticas? Personalmente prefiero barrer, no me molesta tanto.- La sonrisa desapareció de la cara del chico y mirando a otro de los comensales le dijo “Joder, las conoce… ¡El negocio no va a funcionar!”. Obtuvo una respuesta silenciosa y triste de su amigo tras lo que siguió comiendo. Aquello despertó mi curiosidad- ¿De qué negocio hablas?
- Estaba oyendo que hablabas de un artículo que habías escrito sobre empresas y creo que lo mismo me puedes ayudar – al parecer había escuchado la conversación que mantenía sobre un artículo de este blog antes de interrumpirme con lo de “barrer”.
- Bueno ¿qué negocio tenías en mente?
- Queremos distribuir Roombas porque a nadie le gusta barrer y ¿por qué lo iban a hacer si lo puede hacer un robot? Queremos empezar lo antes posible.
- Pero El Corte Inglés las vende…y Mediamarkt… Carrefour incluso tiene su propio modelo económico. Mírate bien eso porque además aquí en Canarias con la crisis no creo que haya mucho interesado. Lo mismo la gente más pudiente… pero vamos, que eso lo venden en muchos sitios.
- ¿En serio? Pensé que nadie lo conocería y que se vendería solo.
- Ah… bueno, no sé. Míralo bien.
Hasta este momento la conversación podría decirse que está dentro de la “normalidad”. De hecho me preguntó si para venderlas tendría que darse de alta de autónomo o podría hacerlo sin más (compraría unos cientos y las iría vendiendo, nada de distribuidor autorizado) y ese tipo de cosas de las que no quería hablar en un cumpleaños.
Era un chico algo inoportuno que pensó en hacer un negocio pero no había ido más allá, quiero suponer. La sorpresa llegó cuando tras unos minutos sin hablar volvió a abordarme con otra pregunta repentina (menudo susto):
- ¡Oye! ¿y dónde se regala el dinero para empezar?
- ¡¿Cómo?! – casi escupo un arcoiris de sabores libaneses.
- Que dónde tengo que ir para que me regalen el dinero para montar el negocio y eso. Supongo que al banco ¿no? pero ¿qué hay que llevar?
- ¿Regalar? – me quedé blanco unos segundos y bebí agua para darle tiempo a cambiar la palabra – Bueno… hay subvenciones y esas cosas… – intenté justificar su “equivocación” mientras bajaba la mirada ante la vergüenza ajena- pero suele ser complicado acceder a ellas. Si no tienes dinero lo más habitual es pedir un préstamo armado con un buen plan de viabilidad. Si confían en el proyecto y te lo aceptan pues hay que ver las condiciones del mismo y…
- ¿Pero entonces hay que devolver el dinero? – le miré confundido, buscando una sonrisa pero solo encontré perplejidad. ¿Seguro que este chico tiene 19 años? Creo que a su edad ya sabía de donde venían los niños y el dinero… pensé “¿Esta es la cultura financiera de las nuevas generaciones? Espero que sea un caso aislado.”
- Em, si ¡claro! En los negocios nadie te regala nada.
- Vaya. – volvió a mirar a su amigo y le repitió “definitivamente el negocio no va a funcionar”.
Por un momento tuve que tragarme mis palabras para no ofender al chico pues no sabía cuánto conocía a la cumpleañera y no quería amargar la celebración. Si hubiese hablado habría dicho:
“¿De verdad tu idea de negocio era pedir dinero regalado a un banco para comprar x Roombas e intentar venderlas por tu cuenta? Claro, si sale mal no pasa nada…te quedas con las Roombas y a otra cosa… ¿en qué mundo vives, chaval?“.
En lugar de eso me comí otra croqueta exótica. Ahora que lo pienso debería haber creado una sección drama para contar esta experiencia. ¿Se imaginan la cara que se le habría quedado al banquero?... oh, dios mío… ¿habrá ido a un banco?...
En Pymes y Autónomos | Humor
Imagen |Germán R. Udiz