Hay muchos tipos de liderazgo en las empresas. Con sus defectos y sus virtudes casi todos los responsables de las empresas intentan inspirar a sus empleados y conducir su compañía hacia el éxito. Todos piensan que son un buen líder, pero cuando llega el momento de dejar la empresa para descansar es cuando se ve si hemos hecho un buen trabajo. Porque el buen líder se marcha de vacaciones tranquilo.
Si no podemos tomarnos vacaciones porque pensamos que nada va a funcionar en nuestra ausencia hay algo que no estamos haciendo bien. Y no es bueno para el jefe que no logrará desconectar, ni para los trabajadores, que en muchos casos no están habituados a tomar decisiones o hacer su trabajo de forma autónoma. Necesitan la continua supervisión y aprobación de su trabajo.
No hay que confundir nunca a un jefe con un líder. Y ese puede ser el problema. Un jefe es alguien dentro de una estructura jerárquica al que se obedece. Un líder es alguien al que se respeta, que nos inspira y al que seguimos de forma convencida, no obligados por la estructura, incluso aunque no estemos de acuerdo con su decisiones.
Si el líder ha hecho bien su papel, aunque esté de vacaciones, todo el mundo sabe cual debe ser su tarea. Cada uno asume sus responsabilidades con naturalidad, no porque tenga que rendir cuentas ante el jefe. Los empleados están comprometidos con su trabajo y para que todo salga adelante.
La ausencia del líder no hace que cada uno haga lo que le apetece, más bien al contrario. Se refuerza en muchos casos el compromiso para sacar el trabajo adelante de la mejor manera posible. A la vuelta, en la puesta al día es el momento de demostrar que no se ha equivocado al delegar una responsabilidad o asignar un trabajo.
¿Se puede prescindir entonces del líder? Al fin y al cabo parece que todo va solo, la empresa funciona bien aunque él no esté presente. Lo cierto es que no, puesto que en muchas ocasiones él es el cemento que hace que toda la organización permanezca unida y comprometida. Esto además de marcar el rumbo con decisiones estratégicas que deben ser claves.
Por último el líder también hace mejores a los que le rodean. Transmite confianza a su equipo de trabajo. Y esto es vital para que cada uno saque lo mejor de si mismo. La gente no trabaja simple para cumplir con su tarea, sino que procura hacerlo lo mejor posible. Por eso todos quieren ser líderes, no solo jefes. Pero no todo el mundo lo consigue.
En Pymes y Autónomos | El buen líder se demuestra en la gestión de decisiones impopulares
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