Remar a favor del viento es fácil. Por eso el liderazgo se demuestra en situaciones adversas. Es importante saber gestionar cuando hay que tomar decisiones impopulares. Porque muchas veces la decisión tiene daños colaterales y no siempre es fácil de asumir, por los afectados, pero también por las empresas.
Porque muchas veces la decisión del líder va a afectar a la facturación a corto plazo. Sería el caso de un cliente al que le decimos que no, que no podemos hacer lo que nos pide. Es un riesgo, porque parece que contrariar al cliente supone el riesgo de perderle. Por eso es una decisión complicada.
Lo mismo ocurre cuando la decisión afectará a la plantilla, a sus condiciones, horarios, sueldos, etc. A veces el líder tiene que gestionar la empresa pensando no solo en el beneficio a corto plazo sino en mantener un buen ambiente laboral. Esto será la garantía de contar con un equipo motivado para afrontar los retos pendientes de la empresa.
Y no se trata tanto de la toma de decisión, que es salgo que muchas veces cuesta, como de su gestión posterior. Esta es la clave, saber explicar por qué aunque no nos guste es lo mejor para nosotros esta decisión. Clientes, proveedores, plantilla, etc. cada día obligan al líder a elegir.
Y a veces no es fácil. Hay elecciones que a corto plazo son muy dolorosas, pero que a la larga sabemos que son lo mejor. Por eso es muy complicado, sobre todo en un sector como la pyme, donde muchas de ellas no miran más allá del balance anual. Es un problema estructural, de planificación a medio plazo, para garantizar un futuro en la empresa.
En Pymes y Autónomos | Un buen líder comienza por convertir los obstáculos en oportunidades
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