Aunque en ocasiones nos cueste ver el símil entre la empresa y la economía familiar, estas dos organizaciones guardan más similitudes que diferencias, pudiéndose encontrar la solución a nuestros problemas empresariales en los razonamientos que nos llevan a tomar las decisiones más elementales dentro de una economía familiar, y por tanto, gestionar nuestro negocio como si se tratase de nuestra casa.
Uno de los ejemplos más claros es la decisión de si embarcarnos o no en una deuda o compromiso financiero. Surgiendo una trilogía de preguntas: ¿es necesario hacerlo? ¿tal vez no es el momento? ¿podemos pagarlo? Estas son unas de las preguntas más importantes dentro de una empresa, que al fin de al cabo es una organización que toma diariamente decisiones de inversión y financiación, debiendo gestionar los recursos al fin más productivo.
Bien es conocido que una familia que tiene dificultades para llegar a fin de mes, y que es racional (como en cualquier supuesto económico), nunca se aventuraría a pedir un préstamo al consumo para adquirir un vehículo de 60.000 euros. Pues igualmente, una empresa nunca comprometería ingresos futuros para atender las cuotas de una financiación improcedente, aceptando endeudarse únicamente en base a subyacentes de carácter estructural como maquinaria, inputs de producción, y otros activos que contribuyan a la generación de flujos de efectivo futuros, y no para adquirir gastos superfluos que no aporten valor a la actividad principal o al negocio.
Como pueden apreciar, la buena gestión económico-financiera de una empresa mantiene muchas similitudes con la economía familiar, porque no lo olviden, un presupuesto grande se ha de regir por las mismas normas que uno pequeño, solo hay que adaptar la dimensión al foco del problema. Como pueden apreciar, gestionar una empresa no es mucho más complicado que la economía familiar, solo más complejo.
En Pymes y Autónomos | La empresa familiar y todos los fallos de su diseño
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