El pinchazo de la burbuja inmobiliaria provocó muchos estragos en España. Pasamos de estar en la Champions League de las economías mundiales a hundirnos en una de las mayores crisis económicas y financieras que se recuerdan. Muchos puestos de trabajo fueron destruidos, el déficit público se desbocó, el déficit por cuenta corriente y comenzaron los problemas para reducir el alto nivel de endeudamiento de muchas empresas y familias.
La historia es conocida por todos los ciudadanos españoles, ya que la mayoría de nosotros hemos vivido de manera directa o indirecta el impacto de la crisis en nuestras propias carnes: desahucios, pobreza y desigualdad han sido alguna de sus consecuencias. Sin embargo, las enormes secuelas que ha dejado no parecen haber ayudado a hacernos aprender de nuestros errores pasados. Y es que la construcción parece haberse reactivado y, aunque parezca paradójico, no son buenas noticias.
Según el registro mensual que elaboran los técnicos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), la profesión que más creció en número de contratos en julio en comparación al mismo mes del mes anterior fue la de operador de grúas, montacargas y maquinaria similar, con un aumento del 35,82% en términos interanuales, después de haberse suscrito 10.238 nuevos contratos. Le siguen los cuidados a personales a domicilio, con casi la mitad del crecimiento (17,15%).
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Si a ello le añadimos un repunte en el precio de la vivienda de en torno al 7,5% en el segundo trimestre del año con respecto al mismo período de 2015 y un aumento de las ventas del 23,7% hasta las 107.838 operaciones inscritas en los registros de la propiedad en ese mismo período, no cabe duda que el sector de la construcción se ha vuelto a reactivar.
Pero, ¿por qué decimos que no son buenas noticias? Por un lado, porque todavía hay un parqué de viviendas sin vender demasiado elevado y, por otro, porque el crecimiento del empleo en el sector de la construcción por encima de otras ramas de actividad refleja que estamos muy lejos de cambiar nuestro modelo productivo.
A esta reactivación contribuye, al igual que ocurría allá por 2006, un escenario de bajos tipos de interés que ha vuelto a reactivar el crédito a familias, sin que haya acabado aún el necesario proceso de desapalancamiento que necesita la economía española.
Nos encontramos, por tanto, ante un escenario peligroso,** que puede volver a desencadenar un nuevo crecimiento artificial** basado en los mismos patrones que nos condujeron a esta crisis.
En Pymes y Autónomos | Los trabajadores de la construcción no se enteran
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