Pero el experimento de Duncker tuvo dos partes, porque realizó varios grupos de tal forma que a uno de estos grupos los incentivaba si conseguían resolver el problema y a otros no. Sorprendentemente, los individuos que estaban incentivados para resolver el problema, obtenían peores resultados que aquellos que no tenían incentivo. La conclusión: incentivar la innovación va empeora los resultados innovadores. La explicaciòn a estos resultados contrarios a lo que se podía esperar la dieron Kahneman y Tversky. El primer punto que debemos determinar es la existencia de entornos positivos y negativos. En un entorno negativo, que es previsible perder, la tendencia generalizada es tomar las vías de riesgo y desconocidas frente a entornos positivos que s más fácil ganar, los individuos adoptan el criterio más seguro, frenando por tanto el miedo a lo desconocido y empeorando la innovación.
Con estas tesis, cualquier proceso innovador que quiera tener un éxito relativo, requiere unas condiciones negativas, cero incentivos y un entorno que potencie sólo la huida del fracaso o de salida por sí mismos del marco negativo en el que nos encontramos.
Siguiendo con la línea de estos estudios, cualquier subvención o ayuda sólo favorece las actitudes neutras o nocivas para la empresa, de tal forma que las políticas de incentivos tienen que ser muy cuidadosas con los individuos que las reciben. Por ejemplo, si tenemos dos trabajadores, la entrega de incentivos provocará una mejora puntual en resultados, pero esta mejora se diluirá en el tiempo al cambiar un marco negativo por otro positivo, impiendo un mayor afán de superación propio. Tema para reflexionar profundamente dado que en las organizaciones, las políticas de incentivos se encuentran muy extendidas a todos los niveles.
Vía | El Observatorio Empresarial En Pymes y Autónomos | Historias de innovación a baja escala Imagen | basqueinnopolis