La mirada de un niño, la ilusión en nuestros negocios

¿Cuánto tiempo hace que nos levantamos y ya no sentimos ese cosquilleo por nuestra profesión?, ¿cuánto tiempo hace que gestionar se ha convertido en algo rutinario y ha perdido la pasión y la ilusión del primer día?, ¿cuánto tiempo hace que ya no nos brillan los ojos cuando hablamos de nuestros clientes, de nuestros logros?, si alguna de estas preguntas lleva aparejada alguna respuesta tipo “demasiado” probablemente ha llegado el momento de reinventarnos, de volver a ser nosotros, probablemente llega el momento de que nuestra empresa, nuestra profesión, vuelva a ser nuestra vida, no una parte de ella.

¿Eso significa que llamo a anteponer la vida profesional a todos los demás objetivos y anhelos personales?, no, al contrario, simplemente digo que para vivir la vida en plenitud (también la personal) debemos volver a ser aquellos que defendíamos con uñas y dientes nuestro negocio, que nos comíamos el mundo cada vez que cerrábamos un trato y no era el mundo el que se nos comía a nosotros con la rutina del día a día, pero ser sobre todo aquellos que nos temblaba la voz cada vez que pensábamos en nuestra creación, en nuestra obra, que se nos empapaban los ojos de emoción con nuestros éxitos, aquellos que mirábamos la vida, la empresa con la mirada de un niño ilusionado.

¿Y mirar la vida como un niño ilusionado tiene que significar ser inconsciente?, ¿ser un utópico o idealista sin remedio?, ¿ser un irresponsable que se vuelca en algo son medir las consecuencias?, no, ni mucho menos, hemos de utilizar nuestra madurez, nuestras capacidades y virtudes para llevar una vida profesional y una gestión de nuestro negocio eficaz y eficiente, responsable y consciente, utópica e idealizada pero siempre como motor nunca como freno, pero eso no tiene que estar reñido con una gestión viva, apasionada, emocionada.

Me viene a la memoria la letra de una canción de Alejandro Sanz cantada conjuntamente con Paolo Vallesi que refleja exactamente lo que quiero decir, refleja la capacidad por crecer seguir siendo auténticos, seguir siendo emocionales, ¡seguir siendo nosotros!, si todos nos aplicásemos esa máxima, si todos supiésemos aplicar ese nuevo paradigma en un momento en el que el cambio ya no es tan solo necesario sino que es imprescindible probablemente entraríamos en una nueva dimensión, también empresarial, no puedo dejar de acordarme de aquella letra que dice “…grande, no quiero hacerme grande y traicionar un sueño, grande es nuestra libertad…”

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