Antes de adentrarme en esta reflexión quiero dejar claro que no todos los empleados públicos (funcionarios) son ineficientes, ni esquivan el trabajo y ni mucho menos son ‘vagos’, pero es cierto que un porcentaje importante de estos se caracteriza por cumplir con lo justo en su cometido profesional, en gran parte justificado por la ausencia de medidas o incentivos que promuevan su proactividad y eficiencia.
En este sentido hoy quería centrar el foco de atención en los trabajadores de la empresa privada, entre los que coexisten perfiles muy heterogéneos junto a actitudes diversas, y en los que en muchas empresas abundan muchos ‘funcionarios’. Este tipo de empleados se caracteriza por cumplir con suficiencia con su función, y nada más, lo que les lleva a despreocuparse por mejorar las cosas conformándose con lo ya establecido o con el resultado que normalmente se obtiene.
He de decir que muchas veces este fenómeno no es culpa del trabajador, sino de la empresa, ya que las políticas de recursos humanos han de instrumentalizarse para lograr el fin de la productividad, la actividad profesional y la motivación. Factores que si no se coordinan dentro de la empresa y ni si tampoco se recompensan debidamente pueden arrojarnos hacia el indeseable conformismo.
Por tanto, quiero insistir en lo que verdaderamente hace que los trabajadores sean más productivos y eficaces no depende de quién les pague la nómina (una empresa o el Estado), sino la existencia o la ausencia de políticas de compensación que dirijan a los equipos hacia el logro del mejor resultado.
En Pymes y Autónomos | Crear riqueza o ser funcionario
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