Botín llegó, reunió a sus ejecutivos inmediatos y el problema se origina cuando al preguntarle a estos encargados de la gestión integral del banco justo por debajo de él en la organización, nadie conoce la problemática del campo de golf con las liebres y menos aún, nadie conoce los datos de las liebres muertas. ¿Enseñanzas? La primera es un poco maquiavélica, dado que el presidente transmite claramente cómo el lo controla todo y cómo el resto no tiene una consciencia exacta de la problemática y entresijos que ocurren en la empresa. Por tanto, el halo de ineptitud queda latente en el ambiente, tanto en la percepción del presidente como en la función de los ejecutivos en detalles que no son trascendentes para la marcha de la empresa, pero que tienen su importancia.
La segunda gran disyuntiva, la función de delegar dentro del organigrama de mando. A pesar de la delegación de funcíones, si no se cubren todos los frentes, o estamos delegando de la manera errónea o no tenemos bien asignada la resolución de problemas dentro de la empresa.
Y por último, la imagen de control total dentro de la empresa. Este gesto puede ser simbólico dentro de una estructura empresarial con más de 100.000 empleados, pero no quita un halo de autoridad y superioridad por parte del presidente importante que transmite realmente quién es el que lleva la vara de mando dentro de la empresa ¿Qué opinión os merece toda esta actuación?
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