Si no vas a poder cumplir con un proyecto, aprende a decir no

El mal de freelance es no tener clientes. Sentir que acaba el mes y no hay dinero en su cuenta, por lo que cuando aparece un proyecto todo son celebraciones, pero como todo en la vida, cuando algo bueno llega, llama a otras buenas nuevas, es decir, de la noche a la mañana tienes más encargos que horas tiene el día.

Pero como no sabes decir no, o mejor dicho no te conviene negarte a ningún encargo, dices sí a todo y tus clientes que no se conocen, ni tienen porqué hacerlo no saben en el lío que se acaban de meter. Porque tú no vas a cumplir con los plazos de entrega y lo sabes.

Y como si un broker se hubiera apoderado de ti, no dejas de mirar el reloj y saltar de un trabajo a otro para comprobar que llegarás a tiempo y que todos quedarán contentos.

Pero en la vida real, el día tiene 24 horas, siete días la semana y la mente tiene un límite. Los períodos de concentración son los que son y vas a cometer algún error.

Es cuando se produce esa llamada de un cliente molesto porque le has enviado una muestra de lo que te encargó con un fallo garrafal. ¿Merece la pena abarcar todos esos encargos?

Cuesta mucho hacerse con una buena reputación, como para echarla a perder por necesidad, de acuerdo, pero que será pan para hoy y hambre para mañana. Siempre hay un contacto, un amigo que bien podría encargarse de ese encargo que sabes que será un desastre si continúas con él.

La camaradería en el mundo freelance también existe. De hecho, de vez en cuando, nos hemos sorprendido con un correo de alguien con quien colaboraste hace años que te pasa un trabajo porque va justo de tiempo o no domina esa materia. Delega, y conserva tu buen nombre antes de entregar un pésimo trabajo.

Imagen|Pixabay

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