Hay muchos tipos de jefes pero uno de los más habituales que se pueden encontrar en las empresas es aquel que no quiere perder el control y no sabe delegar en sus empleados. Lo malo es que en verano llega el momento en que delegar tareas es un obligación para los jefes.
El problema es que en muchos casos no se sabe delegar. Dejar nuestras responsabilidades en manos de otros no significa dejar de supervisar, dejar de controlar, sino que otra persona va a asumir ese trabajo según nuestras directrices. Y esto supone un problema para muchos jefes y mandos intermedios.
En algunos casos se debe simplemente la miedo. Al delegar se comparte la información necesaria para llevar a cabo el trabajo. Si un empleado puede hacerlo bien, muchos jefes y responsables intermedios simplemente sienten que ya no son insustituibles. Y es este miedo el que les impide delegar, incluso cuando se van de vacaciones.
Y esto a pesar de que a la vuelva de las mismas se constate que la empresa no se ha hundido en su ausencia, que el trabajo ha salido adelante, incluso en algunos casos mejor que cuando él está encima. Es aquí cuando se empiezan a poner pegas, a sacar defectos y hacer de temas menores montañas, para intentar tirar por tierra el trabajo de aquél en el que se ha delegado.
En otros casos simplemente se trata de workaholics, adictos al trabajo que no descansan ni siquiera en vacaciones. En estos casos se deja el trabajo en manos de otra persona, pero no las decisiones que hay que tomar, que siempre se consultan con el jefe aunque esté de vacaciones.
Por último en las empresas más pequeñas simplemente no hay en quién delegar. Las micropymes muchas veces irse de vacaciones significa sobrecargar a los demás con nuestro trabajo. Por eso se intenta dejar todo solucionado, avanzar y sobre todo si hay algún problema estar disponible para echar una mano en caso de necesidad.
En Pymes y Autónomos | Al delegar, define la responsabilidad
Imagen | NeuPaddy