Septiembre, el mes del divorcio entre empresa y empleado

Llegas de vacaciones y te das cuenta que queda un largo año para volver a disfrutar de nuevo del descanso. Y lo que es peor, que te queda un año atrapado en el trabajo, con las mismas bromas de los compañeros que se repiten año tras año, pocos o ningún aliciente de mejora laboral. Esto se traduce en desmotivación y desilusión, por mucho que este trabajo te haya permitido irte de vacaciones. Por eso septiembre es el mes del divorcio laboral.

Lo malo es que se empieza a valorar un cambio de empresa, buscar otro trabajo, rehacer el currículum o buscar algún curso de formación que nos haga más atractivos como candidatos y facilite encontrar otro trabajo. O por lo menos nos permita tener la ilusión de que el cambio es posible.

Pero ya se han iniciado la curva de empleo negativa y los malos datos se van acumulando. Todo el personal de temporada de verano vuelve a las listas del INEM. Millones de parados. Y desanima a muchos, incluso aunque su actividad no tenga nada que ver con el turismo.

Lo importante es tener claro cual es nuestro itinerario profesional. En muchos casos se cambia de empresa por falta de perspectivas de mejora a corto y medio plazo. Se busca fuera de nuestra organización lo que esta no puede darnos, ya sea una mejora salarial, más responsabilidades, un mayor reconocimiento, etc.

Si nos damos cuenta que el único vínculo con la empresa es económico, es el momento de cambiar a otra que además de sustento económico que nos permita irnos de vacaciones una vez al año nos ilusione en el día a día.

En Pymes y Autónomos | El salario, la única razón para cambiar de trabajo

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