Uno de los principales problemas que sufren las pymes y los autónomos es la morosidad. Las administraciones públicas tienen 30 días para realizar sus pagos, mientras que las empresas privadas amplían en límite hasta 60 días. A pesar de eso a veces tu cliente no te va a pagar y tienes que estar preparado para ello.
A medida que el tamaño de la empresa es más pequeño, más vulnerable es a estos impagos. El autónomo es el eslabón más débil. Por eso es necesario administrar bien nuestros ingresos ya destinar un pequeño porcentaje como fondo de previsión para los impagos.
Porque no sólo se trata de aguantar un par de meses a que nos pague un cliente. La morosidad es una pesada carga para las empresas, pero que muchas consiguen sobrellevar dentro de unos límites ya que acaban cobrando dos o tres meses después, pero van teniendo ingresos de trabajos realizados en el pasado, que compensan no cobrar los realizado durante el mes.
El impago es más duro, pero tarde o temprano nos encontraremos con un cliente que nos falle. Aquí podemos tomar algunas medidas profilácticas, para que el daño no sea tan grave. Por ejemplo, no iniciar ningún trabajo si no hay un anticipo entre el 30-50% del total del presupuesto. De esta manera al menos los materiales que necesitemos para ejecutar el trabajo no correrá de nuestro bolsillo.
Perseguir a un moroso puede acabar con nuestra energía y evitar que sigamos adelante con nuestro trabajo y las peticiones de otros clientes. Por eso una solución puede ser acudir a empresas de recobros para que se encarguen ellas de reclamar la deuda. No es una solución que siempre saldrá bien, pero a veces es la única solución.
Por último, si finalmente el impago es firme y tenemos una deuda que nadie va a pagar, lo único que podemos hacer es intentar no pagar el IVA de las facturas que no hemos cobrado. Al menos así por lo menos no tenemos que ingresar un 21% del total de la factura que no hemos cobrado.
En Pymes y Autónomos | Cómo prevenir los impagos
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