Las marcas denominadas blancas (y las de bajo coste) han tenido un importante auge en los últimos años, un auge que se ha visto potenciado por la situación socioeconómica difícil que atraviesa últimamente una parte de la sociedad, y también por el gran desarrollo de las mismas, pero ¿realmente estas marcas nos aportan valor?
Yo rotundamente lo tengo muy claro: a mí (como norma general) no me aportan ningún valor. Es más, en muchos casos las detesto, y tengo que reconocer que me duele a la vista cuando en muchas ocasiones me encuentro según que tipo de “marcas blancas” en lugares de prestigio.
Peor a mi entender es el caso de las marcas que no siendo blancas, son marcas diseñadas específicamente para tiendas de bajo coste (tipo “todo a cien”), y luego te las encuentras en los estantes de hipermercados de reconocido prestigio. Eso si que no lo puedo entender.
Entiendo que al comercio ya le va bien disponer de marcas a menor coste para otro público, como son las marcas blancas, aunque yo las deteste (exceptuando en aquellos escasos casos que simplemente son productos que busco una determinada función, sin valor añadido). Pero lo que no puedo comprender, es que (aunque y obviamente los comercios los hacen para que no se les escapen los clientes que buscan precios bajos) como he dicho, me encuentre en un hipermercado de gama alta, un jabón de manos de marca “veinte duros”, al lado del jabón bueno de toda la vida.
En Pymes y autónomos | La vida sigue, hoy: marcas blancas
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