Hoy es domingo, día de reflexión por excelencia. Un buen momento para recuperar esos posts que nos han llamado poderosamente la atención, como el de José Antonio gallego en Actibva, Una nueva amenaza contra la privacidad online: el sobreprecio. Es este un tema apasionante, aunque no tengo muy claro si hablamos de sobreprecio o de precio personalizado. ¿Por qué no le damos una vuelta desde la óptica de la empresa?
José Antonio se manifiesta en contra de determinadas prácticas en internet, denunciadas por The Economist, que buscan cobrar más a aquel con una capacidad financiera superior, que se infierede si llega a nuestra web a través de un Mac frente a un PC, de la localización de su IP, de si procede de un comparador de precios o no, etc...José Antonio parece tenerlo claro:
La frontera entre un mejor conocimiento del cliente (marketing personalizado) y un intento poco ético de confundirle para sacarle más dinero en base a datos que el mismo no ha compartido voluntariamente es, en este caso, muy muy fina… Y dudo mucho que legal
Sin haber tenido tiempo de darle una vuelta a la legalidad o no de dichas prácticas, lo que no me parece para nada es que sea reprobable. El problema quizás parte de que confundimos precio personalizado con precio inferior al de tarifa. Desde el momento en que las tarifas, los precios fijos, etc, se corresponden más con empresas del siglo pasado o con sectores intervenidos, el precio personalizado es eso, personalizado, más bajo o más alto.
De un modo u otro, estas prácticas en el mundo analógico también se llevaban a cabo. Pensemos en el famoso descreme de precios inherente a los productos tecnológicos. ¿A qué precio salen las novedades y cómo se hunde su precio en un breve lapso? Las empresas tratan de sacar el máximo a cada nivel de renta disponible, los apostilles, los early adopter, todos ellos pagan mucho más por la prioridad temporal. Ellos están dispuestos, otros no. ¿Cuál es el problema?
Cuando vamos a una entidad bancaria a negociar un préstamo o un depósito, es evidente que igual que nosotros valoramos una serie de variables ellos también lo hacen, y nos aplicaran un precio superior o inferior en función de lo máximo que creen que pueden sacarnos, en el corto y medio plazo. Y michos de los datos que manejan para ello no los suministramos voluntariamente (nuestro aspecto, nuestra información en la red, etc). No creo estar descubriendo nada nuevo, pero no hay dos precios iguales, y curiosamente esto se da más en la banca analógica que en la digital.
¿Es malo eso?, ¿es malo adecuar la oferta a la demanda? No lo creo, lo que ocurre que igual a un cliente le molesta, en cuyo caso es muy libre de no contratar con esa empresa. Si muchos lo hacen, la empresa deberá cambiar de estrategia, si no es así, es que ésta es correcta. Después de los comparadores de productos no sería de extrañar que lleguen los comparadores/analizadores de clientes, si a los clientes les gusta analizar la oferta a los empresarios también la demanda. A nadie le gusta ser comparado, pero en eso consiste el mercado.
Vía | Actibva En Pymes y Autónomos | Criterios para fijar los precios de los servicios, Cómo subir tus precios en tiempos de crisis Imagen | fontplaydotcom