Muchos llegan a ser empresarios por la vía de la ilusión, del sueño, de la propia convicción en una palabra. Sin embargo, es cerrar los ojos a la realidad el que buena parte de los empresarios lo son vía herencia. La generación anterior deposita sobre sus hombros la sucesión de la firma, siendo en muchas ocasiones una cuestión de si o si. Si no aceptan, la empresa desaparece. A la propia presión que supone el rol de empresario, se une el de serlo sin una plena vocaci´`on, marcado además por la condición de continuador de una tradición familiar. Llueve sobre mojado.
Mucho de ello hay en la película danesa La Herencia, de Per Fly. Narra la historia de un empresario que llega a tal condición de forma sobrevenida, a raíz de la muerte de de su padre, un capitán de empresa. Debe renunciar a sus sueños para desempeñar un cometido que no desea, frente a otros que se dejarían cortar un brazo con tal de tener esa posibilidad.
Dejando aparte el fondo anticapitalista que late en la película, y el hecho de que gire alrededor de una gran empresa, creo que es oportuna su visión para los titulares de nuestras pymes, especialmente si consideramos el contexto familiar en el que acontece. Deben ser conscientes de la dificultad del mecanismo sucesorio en la empresa, de que es un momento crítico que puede acabar con empresas aparentemente sólidas. No se puede improvisar. Hay que prepararlo mientras haya tiempo: llegar a acuerdos por escrito con los socios (muchas veces familiares), establecimiento de un plan sucesorio, de unos protocolos, formación de los candidatos a tomar el relevo, etc...
Pero más allá de todo ello, el empresario debe ser capaz de involucrar en su sueño a la nueva generación. Si no lo consigue plenamente, es mejor que dejen toda la gestión en manos de profesionales, si tienen la dimensión suficiente, o que se planteen la venta o cierre del negocio. En el papel de empresario o se está a tiempo completo, y con todas ganas, o se está.
En Pymes y Autónomos | El sueño de un empresario Enlace | Vídeo original YouTube