En muchas tertulias de cafetería y de televisión o radio se confunde la figura del emprendedor con la del empresario, con escasa rigurosidad en la mayoría de ocasiones, todo hay que decir. Todo aquel que se sitúe en todo lo alto de la escala jerárquica de cualquier compañía es considerado empresario o un emprendedor, independientemente de las funciones y del trabajo que realice dentro de la empresa.
Sin embargo, en realidad existen numerosas diferencias entre un emprendedor y un empresario. Es más, en muchas ocasiones es su evolución natural, como bien explicaba mi compañero Ricardo en un artículo anterior de Pymes y Autónomos. Aunque las dos figuras tengan muchos aspectos en común, existen elementos fundamentales que solo el emprendedor tiene y que lo hace único, que se resumen en dos: proactividad e ilusión.
El emprendedor es aquella persona al que se le ocurren las ideas en función de la marcha de la compañía. El empresario, en la mayor parte de las ocasiones, se limita a ejecutar esas ideas y gestiona el negocio. En este sentido, el empresario tiene mucha menos proactividad en líneas generales que el emprendedor. Es mucho más pasivo.
Al emprendedor innato le gusta generar ideas, implementar y más adelante delegar para embarcarse en otro proyecto. Esta es su verdadera pasión y su razón de ser. Pero todas estas ideas no podrían salir a la luz si el emprendedor no tuviese ilusión, constancia y paciencia, puesto que el emprendimiento implica riesgo y aventura; mucho más riesgo y aventura que un empresario. Ese espíritu es quizá el elemento fundamental que marca la diferencia entre el emprendedor y el empresario.
No obstante, no podemos pensar que no exista ni un solo empresario no emprendedor. Existen muchos empresarios capaces de generar ideas por sí mismos y, de hecho, existen muchas personas que se sienten cómodos realizando ambas funciones. Sin embargo, mientras que la formación para ejecutar las tareas y dirigir una empresa es perfectamente adquirible (y para eso están las principales escuelas de negocio) la capacidad de generación de ideas es innata a todos los emprendedores; por más títulos que tengamos colgados en la pared, si no tenemos la cualidad de la proactividad y la ilusión, además de la aptitud para generar ideas, nunca conseguiremos convertirnos en emprendedores.
En Pymes y Autónomos | De emprendedor a empresario ¿es lo mismo? Imagen | PublicDomainPictures