Los límites éticos de los consumidores pueden chocar frontalmente con el aprovechamiento de recursos propuestos por algunos empresarios. Las empresas se ven ahogadas por la crisis e intentan sacar el máximo provecho de las alternativas existentes pero en algunos casos se debe anteponer la preferencia del cliente frente a la funcionalidad o podremos perder lo que pretendemos potenciar.
Un buen ejemplo de estos límites lo encontramos en una propuesta que ha realizado el ayuntamiento de Redditch en el Reino Unido. Pretenden valerse de la proximidad de un crematorio para aprovechar su calor para climatizar la piscina pública cubierta que está anexa.
Las quejas, por supuesto, no han tardado en llegar y es que lo que está bien sobre el papel puede resultar ser terriblemente acogido por los usuarios.
Como aprovechamiento de los recursos estratégicos la medida puede ser perfectamente funcional. De hecho supondría un ahorro de 14.500 libras (cerca de 17 mil euros) según las estimaciones del responsable del proyecto. El problema surge desde el momento en el que se plantea obviando la previsible opinión pública y a los usuarios habituales de la piscina.
“No puedo entender cómo la gente se podría sentir cómoda nadando en una piscina calentada con la muerte de un ser querido. Pienso que es extraño” Simon Thomas, director de la funeraria.
El mecanismo funcionaría conectando el horno del crematorio cercano a la piscina mediante unas tuberías que se acoplaría a los conductos calentadores del agua. Algo ingenioso pero que ha escandalizado a muchos habitantes de la zona.
La polémica se ha extendido entre la población, las entidades religiosas y el propio ayuntamiento, que considera la medida algo inteligente y positivo para todos ya que no supondría realizar ningún cambio en el funcionamiento de la funeraria ni la piscina.
Los límites éticos pueden convertir la idea en un fracaso si los usuarios no son capaces de aislarse mentalmente del origen del calor o si simplemente deciden no acudir por cuestiones morales.
Si la funcionalidad y el aprovechamiento de recursos no tuviera límites éticos carecería de la regulación que impone el mercado. El problema radica en saber dónde está ese límite y si lo vamos a cruzar. Respecto al ejemplo de la piscina no creo que suceda pero pienso que puede afectar a algunas personas si se llevara a cabo, algo especialmente relevante en este caso al hablar de un servicio público.
Al menos en esta ocasión se realizará un sondeo público a mediados de mes y entonces podremos ver si la ética puede limitar lo que sobre el papel parece una buena idea que ignora los prejuicios.
La mente del consumidor es muy importante pues es la base sobre la que hay que plantear los avances fundamentales en las empresas destinadas al gran público. Nunca debemos olvidar su opinión o podríamos terminar con una piscina climatizada pero sin nadie a quien calentar.
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