El consumidor, el cliente quiere por naturaleza que todo sea barato, rápido y si puede ser obtener más de lo que pidió en un principio. Exigir (gratis) más volumen de trabajo es sencillo. En nuestras manos está el poner límites, por respeto a nuestro trabajo y a nuestro ámbito laboral.
El cliente tiene la razón. El cliente es el rey. Hasta ahí de acuerdo. Pero el cliente también se puede convertir en un 'tirano' que trata de aprovecharse de un acuerdo que se pactó. Sobre todo, por esa sensación de que trabajas sólo para él y tu día tiene 48 horas, en su imaginación.
¿Has vendido mal tus servicios o negocio? ¿Tienen los clientes la percepción de que eres barato?
Puede que ellos no tengan la culpa ya que, sin intención, hemos cometido el error de crear la percepción hacía nuestro negocio de un servicio o producto “barato”, sin valor.
Es hora de creernos que nuestro trabajo no sólo es bueno sino válido en el sentido literal de la palabra. Ofrecemos un buen servicio y tiene un coste. Trabajar gratis o regalar parte de tu trabajo, a veces no es una buena decisión.
Dejar claro cuál es tu horario, tus tarifas y qué incluyen
A veces, no es culpa del cliente, sino responsabilidad tuya el hecho de que pidan sin medida. Además de vender tu trabajo como algo barato y por lo tanto, carente de valor, hará que se asocie la idea de que no te cuesta realizar más de lo que se te pidió. Pon límites. Una cosa es realizar algo de trabajo extra porque así lo deseas, y otra regalar tu tiempo.
Subamos la percepción de valor de nuestro trabajo, no lo abaratemos con descuentos como medida desesperada o con trabajar el doble para un proyecto por el que te han pagado poco.Tú trabajas duro para sacar tu negocio adelante y no puedes caer en el error de volver a tu negocio en un empresa “barata”.
Si acostumbras a tus clientes a regalarles trabajo extra, acabarás por perder dinero. Sí, serás una persona excepcional para él, pero en la vida real, todos debemos pagar facturas al igual que el cliente.
No temas elevar los precios de tu trabajo si al final, vas a acabar realizando el doble de lo que te pidió ese cliente. Pero sobre todo, no temas ser claro y directo con el cliente. Recuérdale lo que figuraba en tu presupuesto y en lo que se pactó. A veces, resulta sorprendente lo fácil que resulta resolver un problema: comunicación y más comunicación.
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