En cuestión de meses, la pandemia nos ha golpeado a todos de una manera u otra. La atención al cliente en tiempos de coronavirus intenta retomar hábitos del 'pasado' porque más que nunca necesitamos una buena comunicación y sentir que somos algo más que un cliente.
Cuando nos encontramos con una dificultad al realizar un pedido, y acudimos a la página web o a las redes sociales, lo que menos esperamos es que no haya nadie detrás. Por eso, es de agradecer y útil para la tienda o servicios online, contar con una excelente atención al cliente, porque ésta representa a su imagen.
La atención al cliente cobra más importancia que nunca
En la situación actual, provocada por la crisis del Covid-19, la atención al cliente cobra más importancia que nunca: las empresas tienen que comunicar más y mejor, para mantener a sus clientes y conseguir otros nuevos.
Los clientes tendrán más dudas (¿el servicio sigue disponible?, ¿hay que pedir cita previa?, ¿debo tomar medidas de seguridad?...) y es posible que las cosas no siempre salgan bien (falta de proveedores, tiempos de entrega más altos de lo normal…).
Para ganarse su confianza, una atención al cliente efectiva es fundamental. Por ejemplo si la tienda es online, a la hora de la entrega de un pedido se debe evitar que el cliente hable con tres personas, envíe cuatro tuits antes de dar con una persona amable y resolutiva.
Si las redes sociales no se usan como atención al cliente es mejor cerrarlas
Los clientes entienden que la atención en redes sociales debe ser en diferido, pero rápida. Para un buen resultado, los mensajes en este medio deben contestarse en un día laboral, o dos como mucho.
Hay que tener en cuenta que Facebook proporciona datos de la media de tiempo de respuesta a los usuarios. Si los usuarios entran en la página y observan que la última publicación es anterior a la pandemia poca garantía hay de que vuelva a interactuar.
Atención telefónica, ese gesto añejo que resulta tan agradable para el cliente
A veces, nos sumergimos en un mundo de aplicaciones y redes sociales, y olvidamos lo esencial: a las personas nos gusta (por norma) hablar con personas. A una máquina no le vas a poder explicar muchas cosas, al fin y al cabo su capacidad de respuesta es limitada.
Por esta razón, recibir una llamada y encontrar al otro lado a una persona no sólo simpática, sino que demuestra empatía y a la que le importa e interesa resolver la incidencia es propio de otros tiempos, pero muy necesario en estos momentos.
Una atención personalizada hace que el cliente se sienta mejor atendido. Esto no se limita a llamarlo por su nombre, sino que hay que evitar que el usuario deba repetir una y otra vez su problema. En la atención al cliente, menos es más, sobre todo cuando quien escucha lo hace de manera activa.