La formalidad en el vestir en la empresa española cada vez es menos frecuente. Si hasta hace unos pocos años, el traje y la corbata eran habituales entre ejecutivos y en determinados puestos de responsabilidad, incluso en empleados de rango más bajo, hoy en día el ejecutivo con traje es casi una especie en peligro de extinción en la empresa española.
No se trata solo de un cambio generacional, donde los "millenials" son más informales, no quieren ataduras o corbatas y se encuentran más cómodos con unos pantalones chinos y unas zapatillas Muroexe que con zapatos clásicos y corbatas. Especialmente en el mundo de las startups el traje es cada vez menos habitual.
Los grandes CEOs hacen presentaciones con ropa informal
La influencia de Estados Unidos también cuenta. Ver como los CEOs de grandes compañías pocas veces comparecen con un traje, Steve Jobs y sus jerséis de cuello cisne son un gran ejemplo de esta cuestión. Pero también la tradición de los viernes informales, donde la gente podía vestir de manera más liviana hizo que no se viera tal mal pasar de la camisa al polo y del traje a los pantalones chinos.
Está claro que no todos los negocios son iguales. No es lo mismo el sector financiero que el tecnológico. En ocasiones el traje no es tanto una cuestión formal, como de respeto hacia el cliente. Sin embargo en otras es una cuestión de comodidad. Mientras que vestir de forma informal abre mucho el abanico de combinaciones, el traje nos ayuda a no fallar, no se arriesga demasiado con las combinaciones y siempre tendremos un buen aspecto.
Tampoco una ciudad como Madrid o Barcelona, con centros de negocio muy establecidos donde es muy normal ver a todo el mundo con traje en determinadas áreas, que otras más pequeñas, donde el traje es muy minoritario. También el calor y la humedad en las zonas de costa muchas veces hacen que sea especialmente incómoda esta vestimenta formal.
Además hay una nueva cultura empresarial, donde el fin de los despachos, el trabajo en oficinas más abiertas, hace que el traje ponga una barrera entre el jefe y los empleados. La vestimenta puede dar una halo de autoridad, donde el nuevo jefe que viste informal busca liderar en lugar de mandar o imponer. Y esto también se traduce en la forma de vestir del resto de mandos intermedios y empleados.
Y cada vez una mayor presencia de la mujer en el ámbito directivo y de responsabilidad, que no necesariamente se ciñe al traje de chaqueta-pantalón, sin que por eso tengan una vestimenta más informal. Hay más combinaciones posibles
Llevar traje puede afectar a cómo nos ven los clientes
En todo caso queda mucho cambio cultural por hacer al respecto. No solo en la empresa, sino también en la sociedad. Si llevas traje puedes ser el abogado o el experto fiscal que nos asesora, o el informático. Si vestimos más informales pasamos a ser "el que me lleva los papeles" o el "técnico". Somos los mismos profesionales, pero el cliente no nos ve, ni nos trata igual.
Y esto incluso puede afectar a las tarifas que el cliente está dispuesto a pagar. Somos el mismo profesional, y vamos a hacer el trabajo de igual manera, pero la corbata en algunas ocasiones, esa mayor seriedad que proyecta, implica un plus en la tarifa que se puede aplicar y el cliente aceptará sin mucho recelo.
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